Desde un punto de vista vicenciano: Por la Gracia de Dios

por | Feb 14, 2025 | Formación, Patrick J. Griffin, Reflexiones | 0 Comentarios

La primera carta de Pablo a los Corintios contiene una poderosa frase que ha definido mi autoconocimiento durante la mayor parte de mi vida. «Por la gracia de Dios, soy lo que soy». Para Pablo, esta frase supone un resumen convincente de su vida y el punto de partida de su futuro servicio a Cristo.

En el contexto de la carta, Pablo reflexiona sobre el hecho de que Cristo sufrió, murió y resucitó. Afirma cómo la Iglesia ha sido bendecida a través de los apóstoles y cómo el Señor resucitado se aparece a los miembros de la Iglesia primitiva para consolarlos y fortalecerlos. Y luego viene su maravillosa afirmación:

Y en último término se me apareció también a mí, como a un abortivo. Pues yo soy el último de los apóstoles: indigno del nombre de apóstol, por haber perseguido a la Iglesia de Dios. Mas, por la gracia de Dios, soy lo que soy; y la gracia de Dios no ha sido estéril en mí (1 Cor 15,8-10).

Pablo no intenta negar su culpa por sus acciones contra la Iglesia. Ha aceptado esa realidad como parte de su vida. También la reconoce como la razón por la que ha llegado a ser la persona que es. Atribuye todo esto a la gracia de Dios y celebra el modo en que ese don ha resultado eficaz en su vida. Ahora está dispuesto a ir a cualquier parte, a soportar cualquier dificultad, a aceptar la muerte con tal de que Cristo pueda ser anunciado.

Por alguna razón (¿la gracia de Dios?), la afirmación de Pablo ha ocupado un lugar preponderante en mi mente al reflexionar sobre mi propia historia.

Cuando preparé la estampita para mi ordenación, había pocas dudas sobre el pasaje de las Escrituras que expresaría mi esperanza al adentrarme en mi primer ministerio como sacerdote vicenciano. La gracia de Dios a través de la familia, los amigos, la comunidad, el estudio y la experiencia me habían llevado hasta ese punto. Podía decir: «Por la gracia de Dios, soy lo que soy». Para mi 25 aniversario de sacerdocio, utilicé la misma tarjeta. Los años transcurridos desde la ordenación me habían conducido a la universidad, a la enseñanza, al servicio de la comunidad internacional y a otros trabajos. Había vivido y ejercido el ministerio sacerdotal con todos los retos y bendiciones que ello conlleva. Había aprendido y experimentado mucho desde la ordenación, y podía decir: «Por la gracia de Dios, soy lo que soy». Del mismo modo, en mi 40 aniversario, utilicé esta tarjeta y esta cita. Cuando prediqué en la misa en cada una de estas ocasiones, utilicé prácticamente la misma homilía mientras daba gracias por la presencia continua de Dios en mi vida.

Como pueden imaginar, cuando, por la bondad de Dios, celebre mi 50 aniversario, pienso hacer lo mismo con gratitud y renovada conciencia: «Por la gracia de Dios, soy lo que soy».

Cada uno de nosotros puede afirmar algo parecido. Cuando nos miramos a nosotros mismos en un momento y lugar determinados, podemos reconocer que la gracia de Dios nos ha llevado hasta ese punto. Desear haber tenido un pasado diferente es inútil. Tenemos que esperar un futuro en el que aprovechemos la suerte que nos ha traído hasta ese momento. Siempre es verdad para cada uno de nosotros que «por la gracia de Dios, soy lo que soy».

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