“La gente se agolpaba a su alrededor“
Is 6, 1-2. 3-8; Sal 137; 1Cor 15, 1-11, Lc 5, 1-11.
Hoy como ayer, Jesús nos llama a echar nuestras “redes” en un mar que parece vacío, pero que en realidad está lleno de “peces” para ser “pescados.” Y le dijo Jesús a Pedro: “Lleva la barca hacia aguas más profundas, y echen allí las redes para pescar”. Sabían que la pesca se hace de noche, pero vino Jesús y les dijo que de nuevo salieran a pescar.
Y no podían ignorar este consejo, porque la fama de Jesús de que estaba ungido por el Espíritu se había propagado por toda Galilea. Su palabra conmovía y sus obras eran poderosas. Respondieron y salieron con sus barcas mar adentro. Y sabemos qué pasó entonces. La pesca fue tan abundante que las barcas casi se hundían.
Pedro, ante tanta abundancia de peces, cae de rodillas y le dice a Jesús: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador. Jesús no solo no lo aleja, sino que lo acerca más: No temas; desde ahora serás pescador de hombres.
Ahora viene de nuevo a nosotros. Nos ve desanimados, y hasta abrumados, y nos dice: Vayan más allá, no teman… yo estoy con ustedes.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Sor Carolina Flores, H.C.
0 comentarios