El año 2025 nos trae muchos recuerdos del pasado, a la vez que nos hace afrontar el nuevo año con cierta inquietud y preocupación sobre el mundo. Parece haber un fuerte movimiento en varios países que se aparta de la preocupación por las necesidades básicas de los más vulnerables y se inclina por una visión más egocéntrica que pone el énfasis en el poder y el dinero por encima de la dignidad humana fundamental.
Cuando oigo hablar de la necesidad de cerrar fronteras, limitar la inmigración, imponer aranceles, reducir las regulaciones medioambientales y emprender acciones que no hacen sino aumentar el abismo que separa a los que tienen de los que no tienen, aprecio una pérdida de los valores por los que se rigen todos los vicentinos y que debemos seguir defendiendo.
No han pasado muchos años desde que se eligió al primer presidente negro en los Estados Unidos. Esta elección parecía ser el comienzo de una nueva era de tolerancia y colaboración entre personas de todas las razas y culturas. No estoy seguro de qué ha hecho que esta época de esperanza se desvanezca lentamente. Sí sé que tenemos la obligación de abogar por cambios sistémicos que mejoren la vida de todos los seres humanos. No estoy seguro de cómo un país que una vez fue grande puede volver a serlo con los cambios drásticos que vamos a experimentar.
Todavía existe la oportunidad de abordar de forma más positiva y solidaria los numerosos problemas a los que nos enfrentamos aquí en Norteamérica y en todo el mundo. Hay formas mejores y más humanas de abordar nuestros desafíos en materia de pobreza, inseguridad alimentaria, falta de vivienda y racismo.
No desistamos nunca de hacer lo que hacemos, a pesar de los retos futuros. Un clima de comprensión, perdón, aceptación y defensa puede hacer de nuestro mundo un lugar mejor para todos los seres humanos. En lugar de centrarnos en ser grandes, ¿por qué no pueden las naciones ser compasivas, comprensivas y benévolas con los más necesitados? Esto es lo que define la grandeza, no la codicia y la envidia.
Como canadiense, veo a Estados Unidos como un faro de luz, no como un túnel de oscuridad. La nación más poderosa del mundo llegó a esa situación porque era amable, acogedora y abierta a muchas culturas, creencias y ambiciones diferentes. Cerrarse a lo que la hizo grande es un pecado moral y ético.
Por último, febrero es el mes de la historia negra. Es un buen momento para tener presente también la necesidad de acciones que hagan valer la Diversidad, la Equidad y la Inclusión. Tal vez la palabra más importante de este apartado sea equidad, ya que se trata de ofrecer a todas las personas las mismas oportunidades de alcanzar todo lo que anhelan en la educación, el empleo y la sociedad.
Sobre el autor:
Jim Paddon vive en London, Ontario, Canadá, y es Presidente del Comité de Justicia Social del Consejo Regional de Ontario. Está casado con su querida esposa Pat y tienen seis hijas y once nietos. Jim es miembro de la Sociedad de San Vicente de Paúl desde los años setenta.
Reconozco con todo respeto los territorios tradicionales y no otorgados de los Pueblos Indígenas, incluidas las Primeras Naciones, los Metis y los Inuit, en cuyas tierras nos reunimos, trabajamos y vivimos».
0 comentarios