“Herodes veía que Juan era un hombre justo y santo.”
Heb 13, 1-8; Sal 26; Mc 6, 14-29.
Juan el Bautista comenzó su predicación en el periodo del emperador Tiberio, en el año 27-28, y la invitación que dirige a las personas que acudían a escucharlo es a preparar el camino para acoger al Señor, para enderezar las sendas torcidas de la vida a través de un cambio radical del corazón.
Pero el Bautista no se limita a predicar la penitencia y la conversión, sino que, reconoce a Jesús como el «Cordero de Dios» que vino a quitar el pecado del mundo, tiene la profunda humildad de mostrar a Jesús como el verdadero Mensajero de Dios, haciéndose a un lado para que Cristo pueda crecer, ser escuchado y seguido.
El Bautista testificó con la sangre su fidelidad a los mandamientos de Dios, cumpliendo hasta el final su misión. San Beda, monje del siglo IX, en sus Homilías dice: “San Juan (por Cristo) dio su vida, a pesar de que no recibió la orden de renegar de Jesucristo, le fue ordenado solo callar la verdad. Y no calló la verdad que es Cristo y murió por Él. Justamente, por el amor a la verdad, no reduce su compromiso y no tiene temor a dirigir palabras fuertes a aquellos que habían perdido el camino de Dios”. (Benedicto XVI, 29 de agosto de 2012).
Señor Jesús: Ayúdanos a vivir en la Verdad…
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Sor Carolina Flores, H.C.
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