La historia de Borna: Un Viaje de Esperanza y Transformación
Hace cinco años, conocimos a Borna durante uno de nuestros habituales recorridos nocturnos por la ciudad, un trabajo externo que realizábamos de manera regular. Lo encontramos en un estado alarmante: semidesnudo, desaliñado, hambriento y solo, en un pequeño espacio cerca de la estación de tren. Allí, había buscado refugio y un techo bajo el cual guarecerse. Recuerdo bien sus ojos cálidos y su mirada esquiva, que se asomaba tímidamente desde la oscuridad, tras las rejas.
Comenzamos a visitarlo regularmente, llevándole comida, ropa y productos de higiene. La comunicación con él era difícil, ya que se expresaba con frases cortas y pobres, reflejando la soledad y el aislamiento que había experimentado durante mucho tiempo. Su vida, marcada por el sufrimiento y la ausencia de contacto humano, lo llevó a la adicción al alcohol, convirtiéndose en un alcohólico dependiente.
A pesar de estas circunstancias, decidimos acompañarlo en su proceso. Durante meses y años, no lo dejamos solo. A cada paso, le brindamos apoyo, procurando que nunca más estuviera desamparado. Con paciencia y perseverancia, logramos ganar su confianza. Dos años después de nuestro primer encuentro, Borna dio un paso importante al ingresar a la Casa de Refugio, un centro que le brindó un espacio seguro donde continuar su recuperación.
Desde entonces, Borna ha sido parte de nuestra comunidad. Participa en diversas actividades y ha logrado reducir considerablemente el consumo de alcohol. Además, ha mejorado sus habilidades comunicativas y ha encontrado amistades que lo acompañan en su camino. Hemos trabajado con él para que accediera a sus derechos sociales, logrando que obtuviera seguro médico y estableciendo contacto con un médico que lo atiende regularmente. Su salud física ha mejorado notablemente, y su participación en el programa de trabajo social “Ruka koja se daje” [La mano que da] le ha permitido ganar algo de dinero, según lo permita su frágil estado de salud.
Otro hito importante fue la reactivación de su vínculo familiar. Nos aseguramos de que Borna pudiera reconectar con sus hermanas, lo que le permitió mantener relaciones familiares significativas. Cada domingo, participa en catequesis para adultos, donde comparte con nosotros sus experiencias de fe, esperanza y amor.
Aunque aún sigue siendo una persona sin hogar, la vida de Borna ha cambiado considerablemente. Su futuro, que antes parecía incierto, ahora está lleno de posibilidades. Seguimos soñando con un futuro en el que Borna tenga su propio hogar, un lugar donde pueda sentirse plenamente integrado y seguro, lejos de la oscuridad de la calle.
La historia de Borna es un testimonio de la resiliencia humana y del impacto transformador que tiene el acompañamiento, el compromiso y la esperanza. A través de los años, hemos aprendido que, aunque el camino sea largo, siempre hay espacio para la mejora y la redención.
Fuente: https://depaul.hr/
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