“No se enciende una lámpara para esconderla”
Heb 10, 19-25; Sal 23; Mc 4, 21-25.
Hoy el evangelio nos regala varias frases de Jesús que San Marcos reunió en un párrafo; sentencias llenas de sabiduría. La primera se refiere a ese acto común de encender una lámpara y colocarla donde ilumine, para ello se encendió.
Cuando el Evangelio menciona la “luz” entendemos que se refiere, en primer lugar, a Jesucristo: “Juan no era la luz sino un testigo de la luz. La luz verdadera que ilumina a todo hombre estaba viniendo al mundo.” (Jn 1, 8-9); “Mientras estoy en el mundo, yo soy la luz del mundo” (Jn 9, 5). También, por extensión, se refiere al Evangelio de Jesús, a su Palabra, su mensaje, su proyecto para los hombres, que es una luz que ilumina nuestro camino en esta vida. También se entiende que esa luz de Jesucristo y del Evangelio tiene que proyectarse en la vida de los discípulos: “Brille así la luz de ustedes a los hombres, de modo que, viendo sus buenas obras, glorifiquen al Padre” (Mt 5, 16).
Que nuestra vida se vea siempre iluminada por el Evangelio y que esa misma vida nuestra refleje, como la luna, la luz del Sol de Vida que recibimos, la luz de Jesucristo.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: P. Silviano Calderón Soltero, C.M.
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