Ivan es un joven de 21 años que, a primera vista, parece uno más entre la multitud. Con su pelo rubio y desordenado, su camiseta casual y sus pantalones rotos, es fácil ver en él a un joven lleno de vida, con gustos comunes: le gusta la música, tiene una novia y sigue de cerca los deportes. Sin embargo, tras su exterior despreocupado, se esconde una historia llena de dificultades y retos que la mayoría de las personas no imaginaría al cruzarse con él por la calle.

A pesar de su apariencia juvenil, los ojos de Ivan revelan un peso mucho mayor que el de su edad. Su mirada triste y profunda, típica de alguien que ha tenido que enfrentarse a adversidades desde muy joven, es el reflejo de un pasado marcado por la pérdida y la desolación. La relación con su familia se rompió, lo que lo llevó a vivir en la calle, convirtiéndose en un sintecho sin empleo ni futuro claro. A tan solo 21 años, había abandonado la escuela secundaria y no tenía ninguna formación profesional.

La vida de Ivan dio un giro inesperado cuando un conocido lo llevó al centro de acogida de Depaul, una organización que ayuda a personas sin hogar. Allí, Ivan comenzó a encontrar el apoyo que tanto necesitaba. Durante un mes, vivió bajo una escalera, en un espacio tan pequeño que apenas cabía un colchón. Sin embargo, ese pequeño refugio fue el primer paso hacia un cambio.

Con el apoyo de Depaul, Ivan empezó a recuperar algo de estabilidad. Su esfuerzo y dedicación fueron notables, y pronto comenzó a integrar su vida en el centro, participando en actividades que le ayudaron a recuperar sus derechos sociales y encontrar su lugar en la sociedad. Uno de los proyectos clave en su camino de reintegración fue el «Be-vrt», un jardín terapéutico gestionado por Depaul, donde personas como Ivan participan en actividades laborales que no solo les proporcionan habilidades prácticas, sino que también les dan un propósito y una sensación de comunidad.

Ivan se destacó rápidamente en el jardín, donde su trabajo y disposición para ayudar a los demás no pasaron desapercibidos. Al mismo tiempo, se le ofrecieron oportunidades para recibir formación profesional, lo que le permitió descubrir habilidades que desconocía y empezar a orientarse hacia una posible carrera. En su caso, fue el ámbito de la construcción el que le llamó la atención, y pronto encontró trabajo en el sector, un empleo que, según él mismo afirma, considera «el trabajo de sus sueños». Su dedicación en el jardín y su deseo de mejorar le ayudaron a superar obstáculos, incluido un difícil proceso de búsqueda de empleo.

El camino de Ivan no estuvo exento de dificultades, y la falta de oportunidades laborales en su ciudad natal, Rijeka, sumada a la estigmatización de los jóvenes sin hogar, hicieron que su situación fuera aún más complicada. Sin embargo, gracias al apoyo de sus amigos, su novia y, por supuesto, de los empleados de Depaul, Ivan nunca perdió la esperanza. Tras varios intentos y rechazos, finalmente encontró un trabajo estable y pudo mudarse con su novia a un apartamento propio.

Hoy en día, Ivan vive feliz y satisfecho. Trabaja en un ambiente que le gusta, tiene un hogar y, lo más importante, ha dejado atrás la vida en la calle. De vez en cuando visita el centro de Depaul, pero ahora, como joven adulto, está enfocado en construir su vida y disfrutar de su juventud, esa que por fin ha comenzado a vivir plenamente.

La historia de Ivan es un testimonio de resiliencia y esperanza, pero también refleja la importancia de la intervención temprana en situaciones de vulnerabilidad. Depaul, con su visión de un futuro en el que todos tienen un hogar, ha sido clave en su proceso de reintegración, demostrando que, con apoyo y oportunidades, es posible reconstruir una vida desde lo más bajo.

Fuente: https://depaul.hr/