«La esperanza es lo último que se pierde», reza un dicho español.
En noviembre de 2025 se celebrarán dos acontecimientos particularmente significativos y esperanzadores. El Año Jubilar de la Iglesia Católica pondrá de relieve el problema de las personas sin hogar como una de las prioridades de la caridad. El notable éxito de la Campaña mundial 13 Casas de la Alianza FamVin para las Personas sin Hogar será celebrado por el Papa Francisco en la escalinata del Vaticano con la entrega de llaves simbólicas de viviendas a 13 peregrinos.
Y las Naciones Unidas celebrarán su Segunda Cumbre Social Mundial en Qatar para volver a pedir a sus Estados miembros que cumplan su promesa de hacer que su Agenda de Paz y Prosperidad sea una realidad sin dejar a nadie atrás.
Si alguna vez ha hecho falta un propósito para el Año Nuevo, ¡es ahora!
La ONU lleva 30 años hablando de erradicar la pobreza, lograr el pleno empleo y eliminar la exclusión social. A estas alturas, los tres objetivos siguen siendo una mera aspiración, con muchas metas estancadas y algunas retrocediendo.
Para contribuir a los debates sobre desarrollo social —y añadir un carácter de urgencia— la «Sociedad Civil», término de la ONU que incluye a las ONG que representan a grupos y congregaciones religiosas, ha preparado de nuevo una declaración para presentarla en la Comisión anual de Desarrollo Social en febrero. Basándose en consultas con las comunidades de base sobre sus necesidades más acuciantes, el documento de tres páginas ha sido redactado y editado cuidadosamente para que refleje la transformación de las sociedades, los cambios estructurales necesarios para crear un mundo mejor.
La Declaración de la Sociedad Civil 2025 es fundamentalmente una llamada a la acción audaz para garantizar que todo el mundo sea igual ante la ley, tenga sus derechos humanos reconocidos y la oportunidad de trabajar y satisfacer sus necesidades básicas. Postula que el cambio empieza con nosotros mismos y con nuestras propias modelos de valores y relaciones. Subraya forzosamente que las personas marginadas se enfrentan a la injusticia social, la discriminación y la exclusión social en muchos aspectos de su vida cotidiana.
La Declaración interpela a las naciones del mundo con un enérgico Llamamiento a la Acción con retos específicos. Basándose en la exigencia de solidaridad en nuestras vidas públicas, demanda preocupación por el bien común, cambio sistémico, liderazgo receptivo y políticas sociales que trabajen para las personas y no para el lucro.
La Declaración hace hincapié en la resiliencia social. A medida que la vida se complica y las nuevas tecnologías se dirigen a nosotros desde todos los ámbitos —pensemos en la inteligencia artificial—, necesitamos la capacidad de adaptarnos, recuperarnos y prosperar.
El problema, el retraso en llevar a cabo estas buenas prácticas, no es el plan, la Agenda 2030 para las Personas y el Planeta, en Paz y Prosperidad. Es un marco sólido para un futuro mejor para todos. El lenguaje no necesita más retoques.
Lo que falta es voluntad política para revisar las prioridades nacionales, pensar más allá del PIB y hacer que la política social funcione para todos. Esto exige que las personas estén por encima de los beneficios, que las personas marginadas participen en todos los debates políticos, y que haya un liderazgo lo suficientemente audaz y sensible como para dar la vuelta a la tortilla.
¿CÓMO PUEDES AYUDAR? Dedica unos minutos a visitar el sitio web del Comité de ONG para el Desarrollo Social. La Declaración ocupa un lugar destacado en diferentes idiomas y tu firma ayudaría al comité a alcanzar el objetivo de 1500 firmas para este año.
Inclusión social. Solidaridad. Resiliencia.
Grandes conceptos. Palabras importantes. Deben convertirse en algo más que palabras en 2025. Deben convertirse en la base de un cambio fundamental en las prioridades nacionales.
Esperemos que 2025 nos encamine en esta dirección. Después de todo, la esperanza es lo último que se pierde.
Jim Claffey,
Representante de la Congregación de la Misión ante las Naciones Unidas.
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