“Una gran multitud acudía a él”
Heb 7, 23-8, 6; Sal 39; Mc 3, 7-12.
El evangelio de hoy es una especie de resumen que nos da una panorámica de la actividad de Jesús, quien aparece rodeado siempre de multitudes que vienen de todas partes. Hablaba con todos, sanaba a muchos, a otros más los liberaba de espíritus malignos… Es una bella imagen de Jesús haciendo florecer la vida y la esperanza por donde va pasando.
Podemos imaginar que dicha multitud está conformada, sobre todo, por los desheredados; grupos de empobrecidos, marginados por cualquier circunstancia o prejuicio, enfermos y lisiados, pordioseros, gente sin esperanza que veía en aquel profeta una oportunidad para algo nuevo en su vida.
Me resulta entrañable que Jesús sabía cómo hablarles a los pobres, conectaba con ellos porque él era pobre; los comprendía y ellos lo sentían sincero, solidario. Veremos a niños y a jóvenes acercándose a él, a mujeres de mala y de buena fama, a enfermos y “endemoniados”, todos eran acogidos por Jesús y sus palabras los llenaban de sueños, de futuro iluminado.
Pienso en la Iglesia de hoy. En nuestras comunidades y parroquias, en nuestras catedrales y misiones campesinas. ¿Cuál es la imagen de Jesús que proyectamos a los pobres y marginados?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: P. Silviano Calderón Soltero, C.M.
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