“No tienen vino”
Is 62, 1-5; Sal 95; 1 Cor 12, 4-11; Jn 2, 1-11.
El evangelista San Juan llama “signos” a los milagros de Jesús, dándonos a entender que no son solo acciones extraordinarias aisladas, sino que cada milagro presenta, concentrada, toda la acción salvadora de Dios en Jesús de Nazareth. Hoy San Juan nos narra el primer milagro, el de las bodas de Caná, signo maravilloso de Jesús ofreciendo el vino de la alegría, de la comunión, a una humanidad que se ha quedado sin él, triste y sin rumbo.
Los invito a que, por hoy, nos fijemos en la presencia maravillosa de María en medio de todo el “signo”: Atenta a las necesidades, intercediendo por los esposos, consiguiendo el milagro. La Virgen de Caná es una maravillosa imagen de la cultura del cuidado.
Esa cultura que nace primeramente de una mirada. Atenta a las necesidades de los jóvenes esposos, sintiéndose responsable de buscar una solución a una situación complicada, cercana a las personas, buscando su felicidad y alegría, pidiendo al Hijo que transforme el agua de las purificaciones judías en el vino de la fiesta del Reino. Y María, hoy, sigue atenta a nuestros propios Caná y necesidades. Nada se le pasa desapercibido.
¡Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: P. Silviano Calderón Soltero, C.M.
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