«NO PODEMOS DEBATIR CON LA GENTE PARA QUE AME A DIOS; ESO REQUIERE DEL EJEMPLO».
– BEATO FEDERICO OZANAM
Vivimos en un mundo polarizado por las opiniones y un rígido sentido de la justicia. Nuestra política y nuestra cultura no siempre ofrecen el modelo más eficaz para abordar y resolver los desacuerdos. El deseo de tener razón y de ganar pueden ser impulsos poderosos en estos tiempos de disputas y divergencias. ¿Cómo hablar con alguien que tiene una opinión opuesta o diferente a la nuestra?
Se necesita tiempo y un esfuerzo sincero para entablar un diálogo con los demás, sobre todo en temas controvertidos o polémicos. Hay que evitar a toda costa los comportamientos que acosan, intimidan o discriminan a otras personas. Esto puede parecer obvio, pero estos comportamientos persisten en nuestros lugares de trabajo, relaciones, reuniones y conversaciones. A menudo, las interacciones agresivas o inapropiadas pueden aparecer en pequeñas formas y pueden ser inicialmente involuntarias.
Desestimar la idea de un compañero durante una reunión. Interrumpir constantemente a una persona cuando es su momento de compartir un pensamiento o una idea. Una voz elevada proyectada a través de una habitación con instrucciones para una persona al otro lado de la habitación. El lenguaje y las palabras que utilizamos y la forma en que las empleamos son importantes. Practicar lo que predicamos con integridad, justicia y compasión es la esencia de la Sociedad de San Vicente de Paúl.
En nuestras reuniones, la Regla nos invita a fomentar elementos importantes de las comunidades que fomentan la fe y el amor. Se anima a los miembros a relacionarse entre sí con fraternidad, sencillez, alegría, relación familiar y amistad espiritual. Estas virtudes sirven de modelo a otros que están conectados con la Familia Vicenciana, a través de las diversas vías de empleo, servicio común, relaciones ecuménicas e interreligiosas, y como ejemplos para el mundo en general.
Existen algunos principios eficaces y sencillos que pueden contribuir a un diálogo significativo. Exprese sus ideas sabiendo que los demás le escucharán y reflexionarán sobre lo que dice, incluso sin responder verbalmente. Resulta útil utilizar afirmaciones del tipo «yo» o «mi experiencia ha sido…». Presta atención a las suposiciones, actitudes y sentimientos que subyacen a tus pensamientos iniciales o superficiales sobre el tema. Simplemente escucha y acepta las ideas de los demás sin intentar rebatirlas, criticarlas o incluso responder en voz alta. Reflexiona antes de hablar y sé conciso. Aprende a sentirte cómodo con el silencio y resiste el impulso de hablar sólo porque hay silencio. Sé paciente contigo mismo y con los demás miembros del grupo y observa cómo se profundiza en el diálogo.
La dimensión de una persona se encuentra en la forma en que se dirige a los demás. Las palabras pronunciadas con impaciencia, ira y mediante el uso arbitrario del poder siempre fracasarán en su impacto positivo o en su capacidad para motivar o conectar con los demás. Las palabras pronunciadas con amabilidad, con autenticidad y respeto genuino siempre perdurarán de la mejor manera posible. Ojalá encuentres las palabras que necesitas en los momentos de desacuerdo para seguir construyendo una red mundial de caridad y amor.
De: Firewood for the soul, vol. 2, A Reflexion Book for the Whole Vincentian Family
Sociedad San Vicente de Paúl, Queensland, Australia.
Texto de: Samantha Hill y James Hodge.
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