«No captó las señales» es una frase que describe a alguien que observa algo pero no lo relaciona con lo que se está señalando. Así, en el capítulo 11 de Mateo, Jesús se dirige al pueblo: «Hemos tocado la flauta para vosotros y no habéis bailado; os hemos cantado tonadas tristes, y no habéis llorado». Y lo que es más, esa misma multitud no sólo malinterpretó el ayuno de Juan el Bautista como un signo de posesión demoníaca, sino que también confundió la comida de Jesús con los recaudadores de impuestos como el acto de un glotón.
Gran parte de la vida, y especialmente de la vida cristiana, se basa en leer correctamente las señales. Alguien está irritable y su inquietud puede tomarse como una pista para evitarla o hacer cosas tranquilizadoras para calmarla. Alguien tiene éxito y su logro provoca celos o felicitaciones. O si la pobreza aumenta, se puede culpar a los pobres o tomar medidas para aliviarla. Vicente y sus seguidores interpretan la existencia de la pobreza como una señal para lanzarse a ayudar a los que la padecen.
La asistencia regular a la Eucaristía puede desencadenar respuestas opuestas. Una es el aburrimiento, lo mismo de siempre. La otra es el asombro y la gratitud, el Señor Jesús haciendo realidad una vez más su amor sacrificial por todos nosotros.
Una noción clave en todo esto es el discernimiento, cómo interpretar mejor la señal buscada, cómo captar en la vida cristiana los impulsos del Espíritu Santo que fluyen a través de los ritmos de la vida cotidiana.
0 comentarios