Luz grande para los que caminan en tinieblas

por | Ene 2, 2025 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 Comentarios

Jesús es la luz grande.  Ha venido él para alumbrar a los que caminan en tinieblas y viven en tierras de sombras.  ¿Lo recibimos! 

Se nos dice, sí, de forma expresa que Jesús es la luz grande, de la que habla Isaías.  Pero se nos da a conocer también que les cuesta a los de él recibirlo.

Y, ¿sería que no quisiesen dejar sus puestos de poder o asientos de honor los sumos sacerdotes y los escribas?  Pero sí, por cierto, rechazarán la luz grande los que están en las tinieblas al igual que Herodes.  Es decir, los que a quienes los han dejado ciegos sus intereses y afanes egoístas, sus intenciones viles.

Pero no les es fácil incluso a los que con intenciones nobles dar con la luz grande, llegar a ella.  A propósito, nos basta con pensar en los magos de Oriente.

No es corto su viaje.  Y, por encima de esto, parecen perderse y se hallan de repente en Jerusalén, el centro del judaísmo.  Allí, más que en ningún otro lugar se les tiene en poco a los forasteros.  Los de allí son tan puristas que toman a Zabulón y Neftalí, en la provincia de Galilea, por tierra oscura.  Pues está en la región norte de Israel, cerca, entonces, de los países de los gentiles y lejos de Jerusalén.

Y si se dan cuenta los magos del desconcierto que causan, ¿no se sentirán mal ellos?  De todos modos, se marchan de Jerusalén y se les remunera por su aguante y perseverancia.  Pues de pronto la estrella que han visto salir los comienza a guiar hasta donde está el niño.

Pero dejarse guiar por la estrella no quiere decir que no tantean ellos del todo.  Pues aún es humilde la estrella; esta no elimina por completo las tinieblas.  Solo la luz grande pone fin a todas las tinieblas.

La estrella nos lleva a la luz grande. 

Así que para llegar a la luz grande hay que seguir las humildes luces.  Del mismo modo, las pequeñas cosas llevan a las grandes.

Nos toca hacer el bien que se nos presente y todo lo que Dios nos dé a conocer (SV.ES XI:398).  Por muy pequeño que sea.

Y las sombras no nos han de dejar perder el ánimo.  Pues la misericordia de Dios se puede servir de nuestra pequeñez para disiparlas (SV.ES VII:292).

Señor Jesús, te aclamamos no solo la gloria de Israel, sino también la luz grande que alumbra a los gentiles.  Ayúdanos a hacer nuestra parte en la obra del Evangelio.  Y danos la fe de los magos, para que te adoremos y te ofrezcamos regalos también.  El regalo de nuestro cuerpo y sangre más que nada.

5 Enero 2025
Epifanía del Señor
Is 6, 1-6; Ef 3, 2-3a. 5-6; Mt 1, 1-12

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