Contemplación: Luz y Coraje

por | Dic 28, 2024 | Formación, Reflexiones, Sociedad de San Vicente de Paúl | 0 Comentarios

Este artículo apareció originalmente en ssvpusa.org

Uno de los pilares de nuestra espiritualidad vicentina es la confianza en la Divina Providencia, que nos llama a anteponer siempre la voluntad de Dios a la nuestra. San Vicente llegó a decir que éste era el principal camino hacia la santidad, diciéndole a Santa Luisa: «¡Qué poco se necesita para ser santa; basta hacer en todo la voluntad de Dios!» [SVP ES II, 34]. Esto nos remite a una pregunta obligada: ¿cómo puedo conocer la voluntad de Dios?

La razón por la que nosotros, como el beato Federico, nos enfrentamos a esta pregunta es que somos conscientes de su gran importancia, no sólo en las obras de la Sociedad de San Vicente de Paúl, sino en nuestra vida personal. Nuestro proceso de discernimiento no busca simplemente encontrar una respuesta, sino descubrir la respuesta; la respuesta de Dios. Cuando era joven, Federico se debatía en torno a la elección de su vocación, sintiéndose obligado por el deseo de su padre de ser abogado, por su propio deseo de seguir una carrera académica en letras, y por el impulso que sentía en su corazón hacia el sacerdocio. Al mismo tiempo, muchas personas le animaron a ser una voz en defensa de la Iglesia, un líder en su renovación y desarrollo.

Al describir su proceso de discernimiento a un amigo, Federico dijo «que desde hace dos años estoy haciendo el duro aprendizaje de una virtud que no me era familiar: el abandono de mí mismo a la voluntad divina» [Carta a François Lallier, de  11 de agosto de 1838]. A menudo, sus proyectos se veían frustrados, pero en lugar de sumirse en el desánimo, buscaba continuamente la voluntad de Dios en las personas y los acontecimientos de su vida, preguntándose, tras algunas decepciones tempranas: «¿No será ese conjunto de circunstancias un signo en sí mismo de la voluntad divina?» [Baunard, 80].

El discernimiento de la voluntad de Dios, por tanto, no es un acontecimiento aislado; un fogonazo de intuición que nos indica cada paso a dar para el resto de nuestra vida. «No basta, en absoluto, una mirada superficial —explica Federico—: hacen falta reflexiones repetidas» [Carta a Ernest Falconnet, de  19 de septiembre de 1838]. La mayoría de las veces descubrimos la voluntad de Dios en pequeños destellos, revelados en los acontecimientos que nos rodean y en las personas que nos conocen. A través de nuestras reflexiones —reflexiones apostólicas— en nuestras visitas domiciliarias y otros trabajos durante nuestras reuniones de la Conferencia, buscamos la voluntad de Dios, para que podamos crecer en esa santidad que Vicente nos dice que se encuentra en su voluntad.

Al descubrir la voluntad de Dios, aunque sólo sea por un momento, debemos entonces ir «sencillamente a donde la misericordiosa Providencia nos conduce, contentos de ver la piedra donde habremos de poner el pie, sin querer descubrir lo que falta del camino y todas sus sinuosidades» [Carta a François Lallier, de 5 de noviembre de 1836]. Y esto nos lleva al segundo, y quizá mayor desafío de discernir la voluntad de Dios: actuar en consecuencia.

El difunto general Norman Schwarzkopf dijo una vez que «lo cierto es que casi siempre sabes qué es lo correcto. Lo difícil es hacerlo». De modo similar, las plegarias del Beato Federico para descubrir la voluntad de Dios continuaron de un modo nuevo, una vez que creyó comprenderla.

«Hasta ahora pedía luz para conocer su voluntad; ahora pido valor para cumplirla…» [Baunard, 184].

Contemplar

¿Procuro discernir Su voluntad en las personas y los acontecimientos de mi vida?

Por Timothy Williams
Director Senior de Formación y Desarrollo de Liderazgo
Sociedad de San Vicente de Paúl USA.

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