Buscar y comprender a Jesucristo

por | Dic 26, 2024 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 Comentarios

El Verbo, que es Dios, se ha hecho carne y ha habitado entre nosotros.  Por lo tanto, querernos encontrar con él quiere decir lo hemos de buscar entre nosotros. 

No saben María y José que Jesús, de doce años, se ha quedado en Jerusalén.  Por lo tanto, lo tratan de buscar solo entre los parientes y conocidos.  Al no encontrarlo, se vuelven a Jerusalén.  No, no lo dejarán de buscar hasta que lo encuentren.

Y dan con él en el templo.  Pero indica Jesús que hay una cosa más que no saben ellos.  No saben que él debe estar en la casa de su Padre.  Por no saberlo, no lo pueden sino buscar.  Pero no comprenden lo que él ha dicho.  Ahora, pues, no saben ni comprenden.

Con todo, no saber, no comprender, es de los pequeños y sencillos elegidos de Dios.  Reconocen que están delante de un misterio que no pueden sondear ni decir.  Y el misterio los impulsa a entrar en la casa de Dios.

Buscar y comprender, entonces, el misterio de Jesús quiere decir acudir a María y a José.  Y a las demás personas pequeñas y sencillas que guardan la verdadera religión (SV.ES XI:120].

De ellas podemos aprender a fiarnos de nuestros parientes y conocidos.  Pues estos nos pueden ayudar a criar a nuestros hijos o hijas.  Nos enseñan también los pequeños y sencillos a preocuparnos de los pobres o perdidos.

Y los de fe sencilla van al templo o a la iglesia.  Quiere decir esto que no les basta con ser de sus familias.  Captan ellos que han de ser también de la gran familia de Dios.  Por lo tanto, cada uno de ellos es Jesús que debe estar en la casa de su Padre.  Jesús cuyas grandes virtudes son la religión para con su Padre y el amor abnegado para con nosotros (SV.ES VI:370).

Sí, para encontrar y entender a Jesús, hay que vivir con los pequeños y sencillos.

Señor Jesús, concédenos lograrte buscar y entender.  Y anímanos a aceptar tu invitación:  «Venid y veréis».  Lograremos así conocer lo que quiere decir ocultarnos en ti y llenarnos de ti (SV.ES I:320).  Haz que tu palabra habite en nosotros.  Nútrenos de tu cuerpo y sangre para que seamos uno contigo por completo.  Entonces, no podremos sino vivir y morir como tú.  Y cada uno de nosotros podrá decir también:  «Vivo, pero no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí». 

29 Diciembre 2024
Sagrada Familia de Jesús, María y José
Eclo 3, 2-6. 12-14; Col 3, 12-21; Lc 2, 41-52

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