Evangelio y Vida para el 22 de diciembre de 2024
“Quién soy yo para que la Madre de mi Señor venga a verme“
Miq 5, 1-4a; Sal 79; Heb 10,5-10; Lc 1, 39-45.
Imaginemos la escena de aquellas dos mujeres que se funden en un abrazo lleno de alegría por las maravillas que Dios ha hecho en ellas. Las dos van a ser madres. Las dos han sido llamadas para colaborar en el plan de salvación de Dios. María que ha llegado de prisa desde Nazareth se convierte en la figura central. Toda gira en torno a María y a su Hijo.
Isabel a gritos y llena del Espíritu Santo la llama, Madre de mi Señor y la llama dichosa, bienaventurada porque ha creído en el mensaje de Dios que el Ángel le ha anunciado. Ella es grade no simplemente por su maternidad biológica, sino por haber acogido con fe la llamada de Dios a ser Madre del Salvador. Ha sabido escuchar a Dios; ha guardado su Palabra en su corazón, la ha meditado y puesto en práctica, y así es Madre creyente.
Con la presencia de María la vida de Isabel y de Juan el Bautista se vio transformada. Con la presencia de María en nuestras vidas sentiremos también la presencia del Hijo que nos viene a dar una nueva vida, y una nueva manera de vivirla como Él la vivió.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: María Elena Camacho, de la Sociedad de San Vicente de Paúl
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