Novena de Navidad 2024: Camino Sinodal en Esperanza - Día 4

Andrés Felipe Rojas, CM
19 diciembre, 2024

Novena de Navidad 2024: Camino Sinodal en Esperanza – Día 4

por | Dic 19, 2024 | Espiritualidad y práctica espiritual, Formación | 0 Comentarios

Oración:

Benignísimo Dios de infinita caridad que tanto amaste a los hombres, que les diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen naciera en un pesebre para nuestra salud y remedio; yo, en nombre de todos los mortales, te doy infinitas gracias por tan soberano beneficio. En retorno a él te ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de tu Hijo humanado; suplicándote por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio de todo lo terreno para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.

Se reza tres veces Gloria al Padre.

Oración a la Virgen María:

Soberana María, que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera por madre suya, te suplico que tú misma prepares y dispongas mi alma, y la de todos los que en este tiempo hicieran esta novena, para el nacimiento espiritual de tu adorado Hijo. ¡Oh dulcísima Madre!, comunícame algo del profundo recogimiento y divina ternura con la que aguardaste para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

Se reza tres veces el Avemaría.

Oración a san José:

¡Oh Santísimo José!, esposo de María y padre adoptivo de Jesús, infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Te ruego, por el amor que tuviste al Divino Niño, me abrases en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén.

Padre nuestro…
Dios te salve, María…
Gloria al Padre…

Oración al niño Jesús:

Acuérdate ¡oh dulcísimo Niño Jesús! que dijiste a la Venerable Margarita del Santísimo Sacramento y por ella a todos tus devotos estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”. Llenos de confianza en ti, ¡oh Jesús, que eres la misma verdad!, venimos a exponerte toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos por los méritos de tu encarnación y de tu infancia la gracia de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a ti, ¡oh Niño omnipotente!, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza y de que en virtud de tu divina promesa acogerás y despacharás favorablemente nuestra súplica. Amén.

CUARTO DÍA

Comunidad como signo de unidad

Signo:

Compartir un pan entre los presentes, acompañándolo con una oración por la unidad y la fraternidad en la comunidad.

  • Texto bíblico:

“Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo” (Juan 6, 51).

  • Reflexión:

« Quiso Dios santificar y salvar a los hombres no aisladamente, sin conexión alguna de unos con otros, sino constituyendo un pueblo, que lo confesara en verdad y le sirviera santamente» (LG 9). El Espíritu suscita en el pueblo de Dios, iluminado por el Evangelio y la Eucaristía, la fuerza de la caridad, «porque hay un solo pan, nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, pues todos participamos de un solo pan» (1 Co 10,17). La Iglesia, iluminada por el sacramento del Cuerpo del Señor, es constituida como su Cuerpo (cf. LG 7). «Vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno según su parte, sus miembros» (1Cor 12,27). Vivificados por la gracia, es el Templo del Espíritu Santo (cf. LG 17): es Él, en efecto, quien lo anima y construye, haciendo de todos nosotros las piedras vivas de un edificio espiritual (cf. 1Pe 2,5; LG 6).

El proceso sinodal nos ha hecho experimentar el «sabor espiritual» (EG 268) de ser Pueblo de Dios, reunido de todas las tribus, lenguas, pueblos y naciones, viviendo en contextos y culturas diferentes. Nunca es la mera suma de los bautizados, sino el sujeto comunitario e histórico de la sinodalidad y de la misión, todavía peregrino en el tiempo y ya en comunión con la Iglesia del cielo. En los diversos contextos en los que están arraigadas cada una de las Iglesias, el Pueblo de Dios anuncia y testimonia la Buena Nueva de la salvación; viviendo en el mundo y para el mundo, camina junto a todos los pueblos de la tierra, dialoga con sus religiones y culturas, reconociendo en ellas las semillas de la Palabra, avanzando hacia el Reino. Incorporados a este Pueblo por la fe y el Bautismo, somos sostenidos y acompañados por la Virgen María, «signo de esperanza segura y de consuelo» (LG 68), por los Apóstoles, por aquellos que han dado testimonio de su fe hasta dar la vida, por los santos de todo tiempo y lugar.” (Cfr: n. 16- 17).

En la Navidad celebramos que Dios ha querido hacerse alimento para nuestra vida. Así como compartimos el pan, estamos llamados a ser testigos de la comunión que Cristo nos regala en la Eucaristía.

Preguntas:

  • ¿Qué nos une como comunidad parroquial y familiar?
  • ¿Qué gestos de reconciliación necesitamos para crecer en unidad?

Orientación práctica: Realizar un gesto de reconciliación o fraternidad (por ejemplo, compartir alimentos).

Gozos navideños:

Dulce Jesús mío, mi niño adorado
¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!

¡Oh, Sapiencia suma del Dios soberano,
que a infantil alcance te rebajas sacro!

¡Oh, Divino Niño, ven para enseñarnos
la prudencia que hace verdaderos sabios!

¡Oh, Adonai potente que Moisés hablando,
de Israel al pueblo diste los mandatos!

¡Ah, ven prontamente para rescatarnos,
y que un niño débil muestre fuerte el brazo!

¡Oh, raíz sagrada de Jesé que en lo alto
presenta al orbe tu fragante nardo!

Dulcísimo Niño que has sido llamado
Lirio de los valles, Bella flor del campo.

¡Llave de David que abre al desterrado
las cerradas puertas de regio palacio!

¡Sácanos. Oh Niño con tu blanca mano,
de la cárcel triste que labró el pecado!

¡Oh, lumbre de Oriente, sol de eternos rayos,
que entre las tinieblas tu esplendor veamos!

Niño tan precioso, dicha del cristiano,
luzca la sonrisa de tus dulces labios.

¡Espejo sin mancha, santo de los santos,
sin igual imagen del Dios soberano!

¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado
y en forma de niño, da al mísero amparo!

¡Rey de las naciones, Emmanuel preclaro,
De Israel anhelo Pastor del rebaño!

¡Niño que apacientas con suave cayado
ya la oveja arisca, ya el cordero manso!

¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto
bienhechor rocío como riego santo!

¡Ven hermoso Niño, ven Dios humanado!
¡Luce, Dios estrella! ¡Brota, flor del campo!

¡Ven, que ya María previene sus brazos,
do su niño vean, en tiempo cercanos!

¡Ven, que ya José, con anhelo sacro,
se dispone a hacerse de tu amor sagrario!

¡Del débil auxilio, del doliente amparo,
consuelo del triste, luz del desterrado!

¡Vida de mi vida, mi dueño adorado,
mi constante amigo, mi divino hermano!

¡Ven ante mis ojos, de ti enamorados!
¡Bese ya tus plantas! ¡Bese ya tus manos!

¡Prosternado en tierra, te tiendo los brazos,
y aún más que mis frases, te dice mi llanto!

¡Ven Salvador nuestro por quien suspiramos
Ven a nuestras almas, Ven, no tardes tanto!

Descarga la Novena de Navidad completa pulsando sobre la siguiente imagen:

Fuente: https://www.corazondepaul.org/

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