Apertura de la Segunda Convocatoria de la Familia Vicenciana en Roma: Un Encuentro de Fe, Unidad y Servicio
Más de 300 Vicencianos de Todo el Mundo se Reúnen en el Teatro Ghione
El Teatro Ghione de Roma se convirtió en un espacio de alegría y reencuentro el 14 de noviembre de 2024, cuando más de 300 miembros de la Familia Vicenciana, provenientes de los cinco continentes, se reunieron para la apertura de la Segunda Convocatoria Internacional de la Familia Vicenciana. Este evento marcó el inicio de cuatro días de reflexión, diálogo y colaboración, con el objetivo de reforzar el compromiso de servir a los más necesitados. La emoción era palpable mientras los participantes se reencontraban con hermanos y hermanas que comparten el mismo carisma legado por San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac.
Bienvenida del Padre Joe Agostino: Un Llamado a la Unidad y Esperanza
La jornada comenzó con las palabras del padre Joe Agostino, director de la Oficina de la Familia Vicenciana, quien brindó un emotivo discurso de bienvenida. “Es un gozo y una bendición verlos aquí reunidos, venidos desde los cuatro rincones del mundo”, expresó. Destacó la unidad que, a pesar de las distancias geográficas y culturales, se mantiene firme gracias a la fe en Jesucristo y al compromiso compartido de amor y servicio a los más vulnerables.
El padre Agostino instó a los presentes a vivir estos días con un espíritu de humildad, simplicidad y una profunda confianza en la Providencia, inspirándose en el ejemplo de San Vicente y Santa Luisa. Subrayó que esta Convocatoria es una manifestación del Espíritu Santo que nos impulsa a discernir juntos el camino que Dios quiere para nosotros, respondiendo siempre a la pregunta: «¿Qué se debe hacer?» para aliviar el sufrimiento de los más pobres y marginados.
Reconocimientos por los Aniversarios de Diversas Ramas de la Familia Vicenciana
Uno de los momentos más significativos fue la entrega de diplomas conmemorativos a representantes de varias congregaciones y asociaciones vicencianas que celebran aniversarios importantes entre 2024 y 2025. Estos reconocimientos honraron décadas y siglos de servicio dedicado a los más vulnerables, simbolizando el compromiso y la fidelidad al carisma vicenciano. Las congregaciones homenajeadas fueron:
- 400 años: Congregación de la Misión.
- 175 años: Hermanas de la Caridad de Kortemark (Bélgica), Hermanas de la Caridad de Buen y Perpetuo Socorro (Italia), Misioneras de la Inmaculada Concepción (Italia), Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl (Halifax, Canadá).
- 125 años: Hermanas de Santa Marta de Antigonish (Canadá).
- 100 años: Religiosas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón (Canadá).
- 75 años: Instituto de Hijas de Nuestra Señora de las Gracias (Brasil).
- 50 años: Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl (India).
- 25 años: Escuela de Teología Vicente de Paúl (El Salvador).
Los diplomas entregados a los representantes de cada una de estas ramas fueron un testimonio de gratitud por su legado continuo de evangelización y caridad.
Oración Comunitaria: Pidiendo la Gracia de Servir a los Pobres
Tras la ceremonia de bienvenida y la entrega de reconocimientos, los participantes unieron sus voces en una oración comunitaria. Se pidió a Dios la gracia de seguir los pasos de Jesucristo en el servicio a los pobres, al estilo de San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac. Fue un momento de profunda espiritualidad que reforzó el sentido de misión compartida.
Reflexión del Padre Tomaž Mavrič: El Fuego de la Sinodalidad Vicenciana
A continuación, el padre Tomaž Mavrič, presidente de la Junta Ejecutiva de la Familia Vicenciana, ofreció una reflexión inspiradora titulada «El Combustible que Mantiene Viva la Sinodalidad Vicenciana». Durante su discurso, reflexionó sobre cómo San Vicente de Paúl vivió profundamente la Providencia y cómo ese espíritu debe seguir guiando a la Familia Vicenciana en la actualidad.
El padre Mavrič destacó la necesidad de colaboración entre las diversas ramas del movimiento vicenciano. “Para ser realmente efectivos, debemos trabajar juntos”, afirmó, señalando que a menudo se presentan barreras de independencia que dificultan una colaboración plena. Llamó a todos los presentes a ser «un fuego que arde con afecto y efectividad» en la misión de evangelizar y servir a los más desfavorecidos. También insistió en la importancia de la sinodalidad como una forma de escuchar al Espíritu Santo y de actuar juntos para responder a las necesidades de la humanidad.
Trabajo en Grupos: Reflexiones y Compartir
Durante la tarde, los asistentes participaron en sesiones de trabajo en pequeños grupos, reflexionando sobre cuatro preguntas clave planteadas en la reflexión del padre Mavrič. Estos diálogos fueron espacios de intercambio fraterno, donde se compartieron experiencias y se exploraron nuevas formas de colaborar en la misión vicenciana. Posteriormente, los participantes se reunieron en un grupo grande para compartir algunas de las conclusiones y propuestas surgidas, enriqueciendo así la experiencia comunitaria.
Cierre con un Ágape Fraterno
La jornada concluyó con un sencillo ágape que permitió a los asistentes disfrutar de un momento de convivencia y fraternidad. Fue una oportunidad para conocerse mejor, compartir historias y fortalecer los lazos de unidad entre los vicencianos de diferentes partes del mundo. Este cierre fraterno reflejó el espíritu de comunión y alegría que caracteriza a la Familia Vicenciana.
Un Camino de Esperanza y Compromiso Renovado
La Segunda Convocatoria de la Familia Vicenciana en Roma ha comenzado con un espíritu renovado de sinodalidad, oración y compromiso con el servicio a los más desfavorecidos. Los próximos días estarán llenos de oportunidades para discernir colectivamente, colaborando y fortaleciendo la misión común. Este encuentro no solo celebra el legado del pasado, sino que también es un paso hacia un futuro esperanzador, siempre guiados por la pregunta vicenciana esencial: «¿Qué se debe hacer?» para responder a las necesidades del mundo actual.
Al finalizar esta Convocatoria, cada miembro regresará a su lugar de origen con un corazón renovado y dispuesto a llevar adelante el carisma vicenciano con mayor fuerza y dedicación, siendo verdaderos testimonios del amor de Cristo en un mundo necesitado de esperanza y compasión.
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