Alimento para el alma: Solicitar ayuda

por | Sep 30, 2024 | Formación, Reflexiones | 0 comentarios

«PEDIR AYUDA NO ES DE DÉBILES, ES UN GRAN EJEMPLO DE CÓMO CUIDARSE UNO MISMO».

– CHARLIE BROWN

¿Cuándo fue la última vez que pediste ayuda?

Pedir ayuda es situarse en una posición vulnerable. Es admitir que uno no puede hacer algo solo, o simplemente que no tiene los conocimientos o las herramientas para hacerlo. Internet nos ha permitido acceder fácil y rápidamente a la información con sólo teclear unas pocas palabras. A la inversa, también puede contribuir a que seamos reacios a hacer una pregunta o pedir ayuda a un amigo, un familiar o nuestros colegas, porque la respuesta rutinaria puede ser simplemente: «Búscalo en Google». A menudo pueden surgir sentimientos de vergüenza y rechazo, sobre todo cuando nos sentimos avergonzados al hacer una pregunta, o la respuesta de otra persona es negativa, airada, impaciente o despectiva. Puede resultar difícil admitir que uno no puede hacer algo por sí solo. Atesoramos nuestra independencia. Nuestra cultura a menudo distorsiona la resiliencia, un valor importante y beneficioso, como la capacidad de arreglárselas solo y en silencio.

Conozca a Rob Kenney. Rob es padre de hijos adultos y en 2020 creó un canal de YouTube, «Papá, ¿cómo lo hago?», dedicado a responder a todos los problemas domésticos comunes que los niños suelen preguntar a sus padres. El canal surgió de su propia experiencia buscando información y ayuda a lo largo de su vida, por el hecho de que otras personas pueden no tener amigos o familiares que les enseñen cosas cuando se encuentran en un aprieto. El canal ha crecido hasta alcanzar más de 5 millones de suscriptores. Descubrió que su forma de compartir ha servido para que la gente admita su ignorancia y sus necesidades de forma sana y segura, además de proporcionarle un espacio para compartir sus vulnerabilidades e historias. Es un ejemplo en el que una comunidad mutuamente beneficiosa surgió de la modesta empresa de pedir ayuda.

En nuestra tradición cristiana, hay muchos casos en los que Jesús pidió ayuda y asistencia. De hecho, Jesús no era una persona a la que le gustara hacer las cosas solo. Sus amigos y discípulos le ayudan constantemente a organizar a las multitudes, o a encontrar comida, cobijo, ¡e incluso un burro! Jesús reconoce la belleza y la alegría de trabajar con los demás en comunidad y con amor. Sus experiencias y su profundo conocimiento del amor incondicional y abundante de Dios le llevaron a invitar a los demás a actuar con libertad y confianza a la hora de pedir ayuda. En el Evangelio de Mateo, Jesús dijo: «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; y todo el que busca, encuentra; y a todo el que llama, se le abrirá la puerta».

Como Vicentinos, estamos familiarizados con las peticiones de compañeros, amigos y extraños por igual. Pedir asistencia y ayuda es un acto de humildad. La esperanza es que cualquier petición, ya sea dada o recibida, sea atendida con respeto, empatía y honrando la dignidad inherente de cada persona con la que nos encontramos. Ojalá tengas el valor y la humildad de preguntar: «¿Me puedes ayudar?».

PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR

  • ¿Cuál es tu respuesta cuando la gente te pide ayuda? ¿Cómo te sientes cuando pides ayuda?
  • ¿De qué manera pedir ayuda puede conducir a relaciones más profundas con Dios y con otras personas?

De: Firewood for the soul, vol. 2, A Reflexion Book for the Whole Vincentian Family
Sociedad San Vicente de Paúl, Queensland, Australia.
Texto de: Samantha Hill y James Hodge.

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