En un artículo en Vincentiana, el P. Robert Maloney, C.M. escribe:
Vicente llegó a ver el sacerdocio como una altísima vocación de la que él se consideraba indigno. Escribía en 1656: “Ese estado es el más sublime que hay en la tierra, pues es el mismo que Nuestro Señor quiso aceptar y practicar. En cuanto a mí, si hubiera sabido lo que era, cuando tuve la temeridad de entrar en él, como lo supe más tarde, hubiera preferido quedarme a labrar la tierra antes que comprometerme en un estado tan tremendo… (SV V, 568 / V, 540–541).
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