¿Gratitud por las bendiciones ocultas?

por | Ene 6, 2023 | Formación, John Freund, Reflexiones | 0 comentarios

¿Quién sabe?

Hay una historia sobre un viejo granjero chino que vivió en la antigüedad. Era la envidia de su pequeña aldea porque, a diferencia de la mayoría de los demás agricultores, poseía un caballo.

Un día, sin embargo, su caballo se escapó y sus vecinos, que pronto se enteraron de su desgracia, se apresuraron a ofrecerle palabras de consuelo. «Qué pena que hayas perdido tu caballo; qué triste». El viejo granjero respondió. «Tal vez sea algo malo; tal vez no. ¿Quién sabe?»

Entonces, una semana después de que el caballo se escapara, regresó a la granja del anciano acompañado de otro caballo. Ahora el granjero tenía dos caballos.

«Qué suerte tienes», dijeron sus vecinos. «Ahora no tienes uno, sino dos caballos». «Quizás sea afortunado, quizás no. ¿Quién sabe?», dijo el granjero.

Tres días más tarde, el único hijo del granjero salió despedido del caballo cuando intentaba sujetarlo y se rompió el brazo.

«Qué pena», volvieron a decir sus vecinos.

«Bueno, tal vez, pero tal vez no, dijo el granjero. ¿Quién sabe?»

Al día siguiente, el ejército del emperador pasó por la aldea en busca de reclutas para servir y luchar en una guerra que se había declarado recientemente con una provincia vecina. El hijo del anciano fue descartado debido a su lesión, mientras que los demás jóvenes de la aldea fueron obligados a unirse a los demás soldados.

Ver el panorama general

Linda y Charlie Bloom, destacados terapeutas, explican:

Al igual que el anciano, las historias de nuestras vidas pueden parecer buenas o malas en un momento dado. A veces, lo que parece una maldición es en realidad una bendición. Y viceversa.

Es imposible, a partir de cualquier experiencia, evaluar con precisión la verdadera trascendencia de nuestras vidas.

A menos que apreciemos el contexto completo de cualquier situación, no podemos saber cuál será el resultado final.

Saber esto nos ayuda a evitar lo que a menudo pueden ser los grandes cambios de humor y emoción que sufrimos cuando nuestros deseos y expectativas se ven satisfechos o decepcionados. No es que no nos sintamos felices o tristes, sino que no nos dejaremos arrastrar por sentimientos que se basan en una parte incompleta del panorama.

A menudo creemos que sabemos lo que nos espera y que no es bueno. Apuntamos a «pruebas» que corroboran nuestras preocupaciones y parecemos estar bastante seguros de que el futuro es sombrío en el mejor de los casos. Podemos tener amigos que creen que las cosas sólo van a mejorar en el futuro. No están menos seguros de su versión del futuro que los demás. Cada grupo apunta a diferentes pruebas para validar sus creencias, expectativas y posiciones; y cada uno está convencido de que tiene razón.

¡Oh, feliz culpa!

Durante la Vigilia Pascual el celebrante proclama:

¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!

¡Qué noche tan dichosa!
Sólo ella conoció el momento
en que Cristo resucitó de entre los muertos.

Esta es la noche
de la que estaba escrito:
«Será la noche clara como el día,
la noche iluminada por mi gozo».

Y así, esta noche santa
ahuyenta los pecados,
lava las culpas,
devuelve la inocencia a los caídos,
la alegría a los tristes,
expulsa el odio,
trae la concordia,
doblega a los poderosos.

En esta noche de gracia,
acepta, Padre santo,
este sacrificio vespertino de alabanza
que la santa Iglesia te ofrece.

¿Podemos ver la bendición suprema de la vida, muerte y resurrección de Jesús en los caminos de nuestras vidas?

Publicado originalmente en Vincentian Mindwalk

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