”Solemnidad de Santa María Madre de Dios”
Nm 6, 22-27; Sal 66; Gal 4: 4-7; Lc 2, 16-21.
Bendito sea Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, que nos concede amanecer otro año y amanecer la vida. No somos los mismos de ayer, más aún, estamos llamados a renovarnos, a limpiar nuestra casa, a levantar nuestras ruinas, a ponernos en pie y con dignidad y generosidad enfrentar los tiempos adversos que vendrán al paso de tiempo.
Sabemos que nuestras fuerzas no bastan, ni la inteligencia penetra la inmensidad de la vida; nuestras equivocaciones a menudo hacen sombra sobre nuestro genuino deseo; nuestros proyectos que nacen al comenzar el año suelen perder fuerza al paso de los meses. Por eso y más, nos acogemos a la Bendición de Dios.
En la Escritura asoma la palabra “berakah”, que indica presencia. No es tanto protección, sino “compañía”; tampoco es certeza de que todo saldrá bien, sino de que Dios estará con nosotros, día con día. No andaremos solos el camino, Él nos fortalecerá en nuestras luchas.
“El Señor te bendiga y te guarde; el Señor haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga misericordia; el Señor alce sobre ti su rostro, y te dé paz”..
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Emmanuel Velázquez M., CM
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