Reflexiones de Adviento (13 de diciembre de 2022)
Poner en práctica la virtud de la mansedumbre
13 de diciembre de 2022
La mansedumbre supone la habilidad de orientar la ira positivamente. La ira es algo natural. Es una energía espontánea dentro de nosotros cuando percibimos algo como malo. Nos ayuda a proceder ante el mal. Nos prepara a “luchar”, como diría Darwin. Pero, como todas las emociones espontáneas, puede usarse bien o mal. Concretamente, toda clase de personas encuentra dificultades para usarla bien. Como ya he mencionado anteriormente, hay muchas “personas con agresividad” en el mundo. La ira incontrolada, en sus formas más violentas, irrumpe en guerra, agresión, violación, homicidio y en muchos crímenes que están diariamente en los titulares de los periódicos. En sus formas menos violentas, se manifestará en un enfado desordenado, en una explosión de genio, diatribas irascibles, negativa a hablar con los demás, tirar las cosas, cerrar las puertas de golpe, berrinches, rencores, intentos de “desquitarse”. Como San Vicente indicaba, dominar bien la ira requiere con frecuencia expresarla apropiadamente. Él mismo se irritó ante la situación de los enfermos y los hambrientos, por ello estableció las Cofradías de Caridad, la Congregación de la Misión y las Hijas de la Caridad. La ira le capacitaba para reaccionar con vigor y creatividad cuando se tenía que enfrentar con las necesidades de los pobres de su tiempo. También expresó su ira directamente ante lo que él juzgó nefasto en sus comunidades, pero aprendió a combinar la ira con la mansedumbre. Él sabía mezclar lo amargo con lo dulce, según su recomendación a Luisa de Marillac1. Él trató de imitar a Jesús que fue igualmente “suave y firme”2.
1SV I, 292-94 / 317-319
2SV VII, 226 / 197.
Fuente: P. Robert P. Maloney, C.M.: OTRA MIRADA A LA “MANSEDUMBRE”
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