Desechados que nos van delante al reino

por | Nov 17, 2022 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 comentarios

Jesús no los rechaza a los desechados que vienen a él, sino que los acoge.  Se compromete a darles el reino de Dios.

Celebramos la fiesta solemne de Jesucristo Rey del universo.  Y la Iglesia nos remite al lugar que se llama «La Calavera».  Allí crucifican a Jesús y a dos malhechores, desechados, uno a su derecha, y otro a su izquierda.

Y mirar de forma detenida y con amor a Jesús en la cruz es recordar su enseñanza:  ser grande quiere decir servir a los demás y morir por ellos.  Jesús, pues, es el Rey de reyes en cuanto que cuelga de la cruz cual el servidor de los desechados.

No, su reino no tiene nada que ver con la gloria y el poder mundanos.  Para él, reinar es servir, amar hasta el extremo, entregar el cuerpo y derramar la sangre, para salvarnos a los pecadores.  Por su sangre, recibimos la redención, el perdón de los pecados, y se sella un nuevo pacto de paz.

Y nos salva, nos redime, por ser Dios-con-nosotros, por compartir en todo nuestra condición humana menos en el pecado, por morar con nosotros.  No se avergüenza de llamarnos hermanos y hermanas ni se huye de los pecadores.  Come, más bien, con nosotros y nos busca.

Jesucristo, Rey del universo, pero prefiere a los desechados.

Se desvive Jesús, sí, por los desechados; anuncia él la Buena Noticia desde ellos.  Está al lado de ellos.  Ellos, a su vez, no faltan, no dejan de acudir a él:  pastores, mujeres, hijos pródigos, publicanos, prostitutas, leprosos.

Y crucificado junto con malhechores, Jesús se parece más, claro, a un criminal indefenso que a un rey poderoso.  Más al rey de los desechados que al rey de los judíos.  De hecho, se burlan de él las autoridades y los soldados.  Y uno de los malhechores, los cuales miran a Jesús desde su condición de condenados, lo reta a modo de insulto:  «¿No eres tú el Mesías?  Sálvate a ti mismo y a nosotros».

Pero el otro malhechor, no enojado ni amargo, sino arrepentido y esperanzado, dice:  «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino».  Y Jesús no lo rechaza, sino que lo acoge.  Resulta que la ironía de un rey indefenso de los desechados dice la verdad.  La vergüenza es la gloria, la muerte es la vida, el desechado es el Rey.  Pues le dice al que se arrepiente y espera en él:  «Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso».

Y, a nuestra vez, no podemos asegurar mejor que entremos en el reino de Dios que siguiendo hasta el extremo al Rey de los desechados (SV.ES III:359).

Señor Jesús, Rey de la justicia y la paz, haz que, al igual que tú, cuidemos de los pobres y desechados.

20 Noviembre 2022
34º Domingo de T.O. (C) – Jesucristo, Rey del Universo
2 Sam 5, 1-3; Col 1, 12-20; Lc 23, 35-43

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