Cuando reflexiono sobre mi reciente semana de misión en Beattyville con «Kentucky Cornerstone», un increíble grupo de adolescentes y sus dinámicos líderes de Old St. Patrick’s de Chicago, me quedo con muchos «recuerdos» y estoy segura de que lo mismo es cierto para cada uno de ellos. Siempre me sorprende cómo, en una semana, un equipo misionero voluntario puede establecer relaciones que dejan un impacto tan duradero.

En nuestra última noche juntos, después de una semana de trabajo muy duro —pintando, organizando, limpiando, despejando, transportando y reemplazando el suelo, mientras evitábamos los chubascos y adaptábamos los horarios— reflexionamos juntos como grupo sobre las palabras de Jesús, «Más bienaventurado es dar que recibir». El grupo escribió un diario y compartió los regalos individuales que trajeron a la semana y también reflexionaron sobre lo que recibieron de su generosidad. Algunas de las cosas que se compartieron fueron: lo bien que se sintieron al salir de su zona de confort, al enfrentarse a sus miedos y estar contentos de haberlo hecho, al desconectarse de las redes sociales y realmente gustarles, las nuevas amistades que hicieron, las nuevas habilidades que aprendieron, los grandes sentimientos de logro, etc.

Los animé a estar abiertos a notar cómo Dios continúa su trabajo en nosotros mucho después de que la semana de la misión haya terminado en formas que no podemos prever. Esa es la verdadera belleza de cómo la misión vive en las vidas de los que dan y los que reciben la generosidad de otros. Las fotos de nuestra semana juntos cuentan una historia, pero no pueden describir realmente las conversaciones, la formación de equipos, el tiempo de juego, las risas, la música, las oraciones, el tiempo compartido o simplemente la efusión de amor que se dio y se recibió. Esta creación de relaciones es lo que permanece en el corazón y continúa impulsando nuestra vocación de hacer más por los demás.

Mientras el equipo empacaba y trabajaba en conjunto para limpiar antes de partir a casa, una de las beneficiarias de nuestra semana de entrega se detuvo para decir unas palabras al grupo. Compartió un poco su historia y sus dificultades y lo duro que era estar en la posición de tener que recibir ayuda. Les dijo que se encontraba en una situación muy difícil en su vida y que a lo largo de la semana, trabajando junto al grupo siempre que era posible, el peso de la preocupación y el miedo se disipaban y ella sentía una esperanza renovada. Dio las gracias al grupo por haber devuelto la luz a su corazón. Fue un regalo para el grupo escuchar sus sinceras palabras.

Jesús nos dio tantos «recuerdos» de su vida en la Tierra, y es tan poderoso cuando experimentamos su mensaje tan claramente como en Hechos 20,32-35 de Pablo:

En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir.

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El Programa de Voluntariado de las Hermanas de la Caridad de Nazaret se dirige a la misión para profundizar nuestra espiritualidad, ampliar nuestra visión, crecer en la apreciación de las culturas, y despertar en nuestros corazones el deseo de servir a los demás durante toda la vida. Si estás interesado en una experiencia de misión con nosotros, visita nuestra página web en nazareth.org/volunteer o envía un correo electrónico a nuestra oficina en aulrich@scnky.org.

Una reflexión misionera de Ellen Sprigg
Fuente: https://nazareth.org/