Seguidores de Jesús, reflexivos, sabios

por | Sep 1, 2022 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 comentarios

Jesús encarna lo que él enseña sobre el reflexionar y el deliberar que se les pide a todos sus seguidores para que se llegue al éxito de la cruz.

Muchas gentes van con Jesús, de camino aún a Jerusalén (véase Lc 9, 51; 13, 22).  Y él se vuelve para decirles que ser seguidores de él no quiere decir no más ir con él.  Se interesa más en la calidad que en la cantidad de sus seguidores.

Él les da a conocer, pues, tres obstáculos que han de superar los que le buscan seguir.  Y habla él de modo contundente:  «odiar» a los parientes, «llevar la cruz», «renunciar a todos los bienes».  Así se les llama la atención a los oyentes y se les hace fácil acordarse de lo que él dice.  Y que esto suene a hipérbole solo da a conocer que es muy importante.  No lo hay que retorcer o desvirtuar, si bien no lo hay que hacer al pie de la letra.

Piedras que pueden hacer tropezar a los que buscan ser seguidores de Jesús

En primer lugar, se espera de los seguidores del Maestro que estén a plena disposición de él.  Han de hacer lo que Simón, Andrés, Santiago y Juan.  No más oír ellos la llamada, dejaron sus redes y a sus familiares, y lo siguieron.  Y más tarde, lograron ser de otra familia.  En ésta, no fue fácil saber, por su amor mutuo, quién era el amo y quién el esclavo.

En segundo lugar, pide Jesús a sus seguidores que lleven la propia cruz detrás de él.  La muerte le es una certeza al que lleva la cruz, ya sentenciado a morir.  Así que a los que quieren seguir a Jesús no les basta con dejar sus ocupaciones y sus familias.  También tienen que sufrir y morir con él.  Serán de ellos la clase de morir como seguidores de Jesús que dé gloria a Dios.  Se les clavará a una u otra forma de la cruz.

En tercer lugar, les exige Jesús a los que le quieren seguir que renuncien a todos sus bienes.  Les dice, en efecto, que sus seguidores, —de ellos es el reino de Dios—, venden sus bienes y dan limosna.  Así, acumulan en el cielo un tesoro que no se agota, ni se roba ni se destruye.  Sirven a Dios, no al dinero; el dinero no es la razón de ser y actuar de ellos.

Los seguidores de Jesús reflexionan y deliberan.

Queda claro que no es fácil ser discípulo de Jesús, es decir, ser cristiano.  Pues aquí no se habla de un discipulo que se distingue de un cristiano.  Ni se mencionan grados de perfección.  Nos toca a todos los cristianos cumplir las tres condiciones que nos plantea él.

Pero como es duro seguirle, esto no se puede asumir a la ligera.  Por lo tanto, hemos de reflexionar y planear, para «no comprometernos en ser seguidores de forma inconsciente, temeraria y presuntuosa».

Y nos basta con mirarle a Jesús de modo detenido y con cariño para comprometernos como se debe.  Fijándonos en él para ver qué haría si estuviera en nuestro lugar, no tropezaremos (SV.ES XI:240).  Si nos centramos en el que nos precede en el camino al sitio en el cual se le clavará a la cruz, entregaremos también nuestros cuerpos y derramaremos nuestra sangre.  Es decir, nos exaltaremos en la cruz.

Señor Jesús, haz que los que nos decimos tus seguidores seamos tan humildes, reflexivos y sabios que admitamos que todo éxito se debe a ti.

4 Septiembre 2022
23º Domingo de T.O. (C)
Sab 9, 13-18; Filem 9-10. 12-17; Lc 14, 25-33

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