Desde un punto de vista vicenciano: Un corazón vicenciano

por | Jun 17, 2022 | Formación, Patrick J. Griffin, Reflexiones | 0 comentarios

Cada año, la Universidad de St. John de Nueva York organiza un programa en torno a la Cátedra Vicenciana de Justicia Social (VCSJ). La Universidad contrata a un conferenciante que hablará durante los semestres sobre un asunto que afecta a las vidas de los pobres y que necesita una comprensión más profunda.  En los últimos años, estos asuntos han incluido la raza y el derecho al voto, los jóvenes sin hogar y las experiencias de las mujeres de color.

Para el curso 2021-2022, el Centro Vicenciano para la Iglesia y la Sociedad (VCCS) eligió al Padre Danny Pilario, CM, un sacerdote vicenciano de la Universidad de Adamson en Filipinas. Autor, conferenciante y profesor de renombre, el P. Danny goza de una gran popularidad en la comunidad asiática. Como tema, eligió «La llamada de la justicia social: Perspectivas de los cristianismos asiáticos». Todas sus presentaciones incluyeron reflexiones sobre este tema y esta parte de nuestro mundo. Las lecciones, sin embargo, se pueden aplicar a todas partes.

El P. Danny hizo que cada conferencia fuera especial, iniciándolas con vídeos originales de 10 minutos sobre Payatas [vecindario de la ciudad de Quezon, en Filipinas] y la gente que allí vive.  Describe la situación de esta manera:

Payatas es el vertedero de toda Manila desde finales de los años ochenta. Cuando empezaron a verter la basura, también empezaron a reubicar a la gente de los barrios marginales. Los misioneros de la Congregación de la Misión comenzaron a trabajar con esta comunidad reubicada, hasta convertirse hoy día en una parroquia. Yo era todavía un joven sacerdote cuando tuvimos nuestra primera misión allí: no había instalaciones sanitarias ni de agua, las personas vivían en pequeñas chabolas, el olor contaminado de la basura quemada las 24 horas del día, la guerra de bandas, los niños morían de simples enfermedades respiratorias, etc. Al principio, la mayoría de la gente vivía como recolectores de basura. Como el gobierno no proporciona máquinas de reciclaje, trabajaban para clasificar la basura y venderla al final del día. En un buen día, una persona podría ganar 8 dólares con los que comprar comida para el resto de la familia. En los días malos, lleva a casa la comida desechada en la basura. Puedes imaginarte los problemas sociales que había en este lugar cuando las personas eran simplemente «arrojadas» junto con la basura: la violencia, la sanidad, la comida.

Las palabras que el P. Danny pronunciaba después de cada vídeo se ajustaban a la vida de estas personas.

En una de las conferencias, el P. Danny analizó la encíclica Laudato Si’ del papa Francisco al abordar el tifón Haiyan en Filipinas, la espiritualidad apocalíptica y los efectos de la crisis ecológica sobre los pobres. Otra tarde, habló de la pandemia y del sufrimiento que trajo/trae a la vida de los más marginados, pero cómo se las arreglan para alimentar a sus hijos y enseñar la solidaridad. Nos presentó a familias que sufren la violencia institucional y a las desgarradoras experiencias de viudas y huérfanos. Sin embargo, sus relatos de resistencia apuntan a una inconfundible esperanza. Los vídeos con los que comenzaba cada conferencia presentaban 10 minutos de introducciones que daban cuerpo a las historias que contaba y a la aplicación del mensaje evangélico que defendía. Su presencia en algunos de los vídeos nos permitió ver cómo sus manos y su corazón llegan a su «parroquia».

Las conferencias se pueden encontrar aquí [en inglés]: https://www.stjohns.edu/about/faith-and-mission/vincentian-center-church-and-society/vincentian-chair-social-justice-2021-22.

Contar las historias del P. Danny es describir un corazón vicentino. La compasión mezclada con el servicio práctico y la familiaridad con aquellos a los que sirve nos permite reconocer nuestro carisma en este buen hombre y su ministerio. Creemos y rezamos para que él no sea el único que viva nuestro enfoque fundacional. Al celebrar el don de Pentecostés, pedimos que el Espíritu Santo de Dios nos ayude a desarrollar nuestros propios corazones vicencianos.

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