Curemos realmente

por | Ene 27, 2022 | Formación, Reflexiones, Víctor Martell | 0 comentarios

Sin saber nada de medicina por lógica todos sabemos que una herida grande y profunda no se le aplican “curitas”, porque de esa manera, estamos expuestos a infecciones mas desarrolladas y lejos de mejorar el paciente lo que hacemos es provocar más dolor.

He colacionado  a este trabajo esta breve indicación porque la vamos a aplicar a lo que hacemos muchos de los que tenemos la virtud de la Caridad. Cuando nosotros visitamos a una familia que nos llaman porque está en necesidad, conversamos con ellos y quizás como tienen un problema que los aflige (el pago de un servicio, que no han podido realizar),  de inmediato buscamos ayuda y al entregársela nos sentimos felices, porque cumplimos con nuestro deber. Si es verdad, hemos realizado nuestra misión; pero queridos hermanos no está completa, nosotros lo que hicimos es dar una limosna y ahí cerramos el caso, para mí eso no es correcto,  a los pobres no se le ofrecen limosnas se les ofrece ayuda. En muchas reuniones nacionales e internacionales,  he hablado sobe esto y hoy algunas de nuestras Conferencias están procediendo de la manera correcta.

Vemos que una familia, no tiene comida y les ofrecemos una canasta familiar completa; pero a los días que pasa regresa el hambre y así pasa con las ayudas de renta y todos los servicios que tienen pendiente y a punto de perder. Tenemos que cambiar nuestra política y quizás ayudar a menos familias, pero recuerden aquellas que ayudamos completamente ya salieron del problema y viven normalmente.

Vamos a poner un ejemplo una familia nos llama, tienen problemas con el alquiler no han pagado y el dueño los amenaza de botarlos a la calle, cuando estamos frente a ellos, sabemos la verdad, no es que deban un mes, deben tres meses de alquiler, en ese momento en vez de lamentarnos, debemos preguntar hasta la saciedad, porque sucede y ahí donde comienzan nuestras peguntas: ¿Perdieron el trabajo por la pandemia? No, la verdad es que tenemos un hijo drogadicto y nos roba todo dinero que ve en la casa. ¿Qué vamos a hacer nosotros? Pagamos un  mes de renta para evitar el desalojo y regresamos a nuestra vida, dejando el verdadero problema vivo, en esa casa porque  hay un menor hundido en la drogadicción. Perdonen pero no hicimos nada, tenemos que lograr que ese joven sea visto por nuestro ministerio (Nueva Vida) sobre la droga y hacer todas las gestiones para que sea recluido en un hospital y desintoxicarlo, buscarle un trabajo y que regrese a los estudios. Así cortamos el mal de raíz y podemos dedicarnos a buscarle un alojamiento mas barato y ver si la señora la ponemos en clases, de lo que le guste, para que regrese a trabajar. Cuando terminemos con esta familia hemos realizado nuestra misión.

Nuestra iglesia tiene un gran número de ministerios con los cuales podemos trabajar y que ellos de acuerdo con su especialidad nos tiendan una mano, ahora con las Confraternidades Vicentinas podemos consultar con ellos y les remitimos los  casos al coordinador y  con la persona que tiene el talento específico, lo ayudara. El que desee ponerse al servicio de la Caridad, es su obligación, sacar del horror de la pobreza a la familia, así, cumplimos nuestra meta. Algunos amigos me han dicho: que ellos no son trabajadores sociales y yo les respondo: “Si, nosotros no somos trabajadores sociales somos trabajadores de Jesús, por lo tanto debemos ayudar con más vehemencia.

En lo personal si conoces un caso (quizás lo tienes cerca de tu casa) Tu tienes  la virtud de la Caridad, ponla a funcionar, en muchos casos no se necesita dinero, visita  a esa familia desordenada, pregúntales, escúchalos,  y a veces con una conversación y que la persona en problemas sepa que desde ahora tiene un amigo, que va a tratar de ayudarlo a continuar su vida,  es tu obligación llevarlas a un cambio que se logra con todas las herramientas que comente anteriormente, pero no la sueltes por lo difícil que sea el problemita recuerda (para Dios no hay problema que no pueda resolver, pero necesita tus manos, tu voz y tu acción)  ayúdalos hasta el final, recuerda la frase de San Vicente: “Los pobres son nuestros amos”, vamos a servirle a nuestros amos porque con ellos estamos sirviendo a Jesucristo.

Por Víctor Martell

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