Bautizar con Espíritu Santo y fuego

por | Ene 6, 2022 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 comentarios

Jesús es el Ungido por el Padre con el Espíritu Santo.  Por lo tanto, no puede sino bautizar con Espíritu Santo y fuego, y hacer el bien.  Los bautizados han de hacer lo mismo.

Es sencillo y humilde Juan Bautista.  No quiere que se desilusionen los que se han bautizado o se van a bautizar.  Admite, pues, que él bautiza con agua; el que puede más que él va a bautizar con Espíritu Santo y fuego.

Así que el Mesías no es Juan, sino el que puede más que él.  A éste le tiene que esperar el pueblo.

Pero Jesús no hace alarde de ser el Mesías; se deja bautizar por Juan.  Es decir, se une él a los que se bautizan para dar a conocer que se arrepienten de sus pecados y piden perdón.  Resulta, por lo tanto, que el que puede más que Juan es también más humilde que él.

Y se manifiesta u la humildad de Jesús en su oración.  Por ella, reconoce él que el Padre es el autor de todo lo que él hace.  Y ora, sí, —según Lucas—, en su bautismo, uno de los momentos importantes de su ministerio.

Es un momento decisivo el bautismo de Jesús.  Pues en ese momento se revelan su religión para con su Padre y su amor para con los hombres (SV.ES VI:370).

En primer lugar, se manifiesta él, sí, como Hijo de Dios.  Es el amado, el predilecto, lo que da a entender, en segundo lugar, que es también Siervo de Dios.  Y como Siervo elegido, preferido, ungido con el Espíritu Santo, tiene la misión de implantar la justicia en la tierra.  Así pues, misericordioso, suave y firme, les abre los ojos a los ciegos; liberta a los cautivos y a los torturados.  Es decir, pasa haciendo el bien.

Bautizar con Espíritu Santo y fuego

Hacer el bien por doquier es también nuestra misión como discípulos del Hijo que es a la vez el Siervo sufriente.  Se nos urge a aceptarla; ella forma parte de los rudimentos de la fe (Fil 2, 1-11; Heb 5, 8. 12).  Y para que logremos cumplir con tal misión, nos tenemos que bautizar con Espíritu Santo y fuego.

Se trata, claro, de la efusión del Espíritu para la misión, lo que quiere decir que hay que orar.  Así nos lo da a conocer Lucas en su evangelio y en los Hechos (1, 14; 4, 31; 13, 2).  No, no se puede prescindir de la oración para que nos logremos bautizar con el Espíritu.  Es que dependemos del todo del Señor de la viña; hemos de renunciar a toda pretensión de ser él.  No merecemos ni desatarle la correa de sus sandalias; su derecho sobre nosotros es total (véase Rut 4, 7-10).

Y a los bautizados con el Espíritu los lleva él luego al desierto.  Allí pasan por el fuego de tentaciones y mortificaciones.  A los que no se caen los aleja él del desierto para que prediquen la Buena Nueva a los pobres.  De todas las formas, de palabra y de obra (SV.ES XI:393).  Para que anuncien la libertad a los presos y a los oprimidos, la vista a los ciegos.  Y proclamen un año de gracia del Señor.

Pero su celo, fuego, nada tiene que ver con la venganza.  Pues la omite Jesús (Is 61, 1-2; Lc 4, 18-19).  Es por eso que son mansos, cual el que entrega su cuerpo y derrama su sangre por los pecadores.

Señor Jesús, no nos dejes de bautizar con Espíritu Santo y fuego, para que seamos verdaderos cristianos.

9 Enero 2022
Bautismo del Señor (C)
Is 42, 1-4. 6-7; Hch 10, 34-38; Lc 3, 15-16. 21-22

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