Núm 6, 22-27; Sal 66; Gal 4, 4-7; Lc 2, 16-21.

Estamos en un año nuevo. Lo nuevo no sólo inquieta, también tiene su atractivo: es algo intacto, inédito, lleno de posibilidades… Produce un placer especial conducir un carro nuevo, escuchar por primera vez una pieza musical, estrenar una prenda de vestir. Pero, ¿qué puede haber de realmente nuevo en el año que comienza? Tal vez, lo que más novedad puede introducir en nuestra vida es la manera en que la vivimos.

La Iglesia, después de celebrar solemnemente el nacimiento del Salvador, comienza el año nuevo bajo la protección maternal de María, Madre del Salvador y Madre nuestra. Ésta no es una fiesta de ahora, se viene celebrando en la Iglesia nada menos que desde el siglo IV.

Fíjense en la expresión del Evangelio: “María conservaba todas estas cosas, meditándolas ensucorazón”. Conservar las cosas en el corazón es mucho más completo y rico que conservarlas sólo en la cabeza. Las cosas hay que verlas y conservarlas en sus contextos, con las connotaciones afectivas que tienen, profundizar en lo que significan, y no sólo quedarse con el dato en sí, frío. La sicología femenina está capacitada para esta visión más completa de la realidad. María era una gran mujer.

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Francisco Javier Álvarez Munguía C.M.