“¿De dónde me conoces?”
Dn 7, 9-10. 13-14; Sal 137; Jn 1, 47-51.
El encuentro con el Señor será en todo momento un parteaguas en la vida del hombre, pues a partir de ese primer contacto significativo, la vida ya no podrá ser igual.
En este episodio evangélico, Jesús alaba la forma de ser de un futuro apóstol, Natanael: “un israelita de verdad, en quien no hay engaño”. Ser israelita de verdad implica ser un hombre recto, responsable, honesto, coherente, persona sincera que transmite seguridad y en quien lo que prevalece en todos los aspectos de su vida, es la verdad. Por ello, la pregunta inquietante, pero sincera, de Natanael a Jesús: “¿De dónde me conoces? Llama la atención la intuición de Jesús al describirle de semejante manera, así como la respuesta del apóstol, convencido de que quien le habla es, ni más ni menos, el Hijo de Dios.
Fue ese primer encuentro con Jesús el que provocó en Natanael la entusiasta y confiada profesión de fe: “Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel”.
Dios, en su infinita bondad, nos permita ver mayores cosas y nos haga recuperar el sentimiento más profundo de nuestro primer encuentro con Él.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: César Lara Rincón C.M
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