“Decían que estaba fuera de sí“
Gn 3, 9-15; Sal 129; 2 Cor 4, 13-5, 1; Mc 3, 20-35.
Decían que estabas loco, y fueron por ti. Querían encerrarte, tenerte bajo estricta vigilancia. Loco porque te sentías amado y abrazado por el Padre de una manera especial; porque llamabas dichosos a los pobres, a los que luchan por la paz y la justicia. Loco porque soñabas con el reino de amor y de fraternidad; porque te declarabas del lado de los débiles, de los que no son nada, de los que siempre han perdido. Loco porque creías que el amor a los enemigos y el perdón pueden curar todas las heridas de este mundo. Loco porque te enternecía el llanto de una viuda, la soledad de un leproso, la desesperanza de un ciego; loco porque te comprometías con todos ellos a dar cauce a sus vidas. Loco porque pediste al joven rico que dejara todo para ser libre; porque permitiste a Zaqueo que repartiera la mitad de sus bienes entre los necesitados… ¿Cuántas locuras!
Pues bien, Señor, yo me declaro contagiado por ese virus. Me declaro loco contigo y te pido no me permitas caer en la “cordura” del egoísmo y la violencia. “Nosotros somos locos por seguir a Cristo” (1Cor, 4,10).
“Es mejor estar muy locos, que estar un poco muertos”.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón S. C.M.
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