Mandamientos que dan a conocer el amor

por | May 6, 2021 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 1 comentario

Jesús encarna el amor.  Y procura contagiarnos su amor, por lo que nos da mandamientos que nos lleven a amar al igual que ama él.

Jesús ama a los suyos que están en el mundo de forma no teórica, sino práctica.  Y esto lo hace él antes de enseñarles sus mandamientos; él empieza a hacer antes de enseñar (SV.ES XI:325).

Comienza Jesús a concretar, sí, su amor por hacer lo que los siervos:  les lava los pies.  Y les da ese ejemplo de amor, para que lo que hace él, también lo hagan ellos.  Para que como ama él, así también amen ellos.

Pero no le basta a Jesús con tal servicio.  Pues ha venido para servir y dar su vida en rescate por todos.  Es decir, para amar hasta el extremo.  Así que le toca al Siervo dar la prueba más grande de amor.

Y como está por llegar la hora de pasar él de este mundo al Padre, cobran más sentido sus palabras.  Dan a conocer ellas sus preocupaciones y deseos antes de dejar a sus discípulos para volver a Dios del que ha venido.

¿Le preocupa al Maestro que quizás sus discípulos se olviden de él y se desvíen del camino que les ha enseñado?  Pero no hay duda de que desea él que ellos sean fieles a él, a su ejemplo y sus enseñanzas.  Y quiere, más que nada, que permanezcan en su amor, lo que lograrán si guardan sus mandamientos.

Jesús guarda los mandamientos de su Padre y permanece en su amor.

Se presenta Jesús a los discípulos como el que guarda los mandamientos de su Padre y permanece en su amor.  Así pues, para permanecer en el amor de Cristo, tenemos que hacer lo que él.

Es decir, hemos de encarnar sus dos grandes virtudes.  Y ésas son la religión para con su Padre y la caridad para con los demás (SV.ES VI:370).  Y de «la religión» se trata lo de «guardar los mandamientos del Padre y permanecer en su amor».

Por otra parte, «la caridad» se refiere a la listeza de Jesús para aliviar el sufrimiento humano.  Sí, pasa él haciendo el bien en favor de sus más pequeños hermanos y hermanas.  Proclama la Buena Nueva del reino.  Cura enfermedades y dolencias.  Les da de comer a los hambrientos.  Seca las lágrimas de los que lloran.  Acoge a los niños, los pecadores y los forasteros.

En otras palabras, para permanecer en el amor de Jesús, nos hemos de quedar en los brazos de la Providencia.  Y, a la vez, procuraremos vivir y morir en el servicio de los pobres para seguir a Jesucristo (SV.ES III:359).  Los amaremos hasta entregar nuestros cuerpos y derramar nuestra sangre.

Señor Jesús, concédenos guardar, al igual que santa Luisa de Marillac, tus mandamientos por la luz y la fuerza de tu Espíritu (SL.ES A.2:666-667).  Así permaneceremos en tu amor y llegará a plenitud nuestra alegría.

9 May 2021
6º Domingo de Pascua (B)
Hch 10, 25-36. 44-48; 1 Jn 4, 7-10; Jn 15, 9-17

Santa Luisa de Marillac
Is 58, 18. 5-11; Stg 2, 14-19. 26; Mt 25, 31-46

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