Este es el día del triunfo del Señor, aleluya
Hech 10, 34-43; Sal 117; Col 3, 1-4; Jn 20, 1-9; o bien Mc 16 1-7.
¡En verdad ha resucitado el Señor, aleluya! A él la gloria y el poder por toda la eternidad.
La resurrección gloriosa de Jesús es la realidad central de la fe católica y como tal, fue predicada desde los comienzos del cristianismo. Es el argumento supremo de la divinidad de Nuestro Señor.
En este día tan especial en que nuestro Señor Jesucristo pasó de la muerte a la vida, la Iglesia nos invita a todos sus hijos a que nos reunamos para velar en oración. Conmemoremos pues, juntos, la Pascua del Señor con la esperanza de vivir unidos con él para siempre.
La resurrección nos impulsa a ser realmente libres para amar auténticamente, sin temor; libres para optar por el bien. La resurrección es también una fuerte llamada al apostolado, a ser luz y llevar la luz a otros. Pidamos que la luz de Cristo disipe las tinieblas de nuestro corazón para que podamos acudir a este llamado. Para ello debemos estar muy unidos a Él.
Grande es su amor por nosotros y la fidelidad del Señor dura por siempre. ¡Aleluya!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Alicia Duhne
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