El 11 de febrero se celebra la Jornada Mundial del Enfermo. InstituĆda por el papa Juan Pablo II, es una manera de que los creyentes ofrezcan oraciones por los que sufren enfermedades y sus cuidadores. El mensaje del Papa Francisco reflexiona en particular sobre los que han sufrido, y siguen sufriendo, los efectos de la pandemia mundial de lcoronavirus. El papa Francisco afirma: Ā«Cuando la fe se limita a ejercicios verbales estĆ©riles, sin involucrarse en la historia y las necesidades del prójimo, la coherencia entre el credo profesado y la vida real se debilita. El riesgo es grave; por este motivo, JesĆŗs usa expresiones fuertes, para advertirnos del peligro de caer en la idolatrĆa de nosotros mismos, y afirma: ‘Uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos‘ (v. 8)Ā».Ā ContinĆŗa afrmando que JesĆŗs propone Ā«detenerse, escuchar, establecer una relación directa y personal con el otro, sentir empatĆa y conmoción por Ć©l o por ella, dejarse involucrar en su sufrimiento hasta llegar a hacerse cargo de Ć©l por medio del servicio (cf. Lc 10,30-35)Ā».
Esta pandemia ha puesto de manifiesto la abundancia de disparidades en cada una de nuestras vidas, en nuestras comunidades, en nuestro mundo y en la atención sanitaria.Ā La raza, la edad, el sexo y la genĆ©tica influyen en la salud de una persona y, en su mayorĆa, estĆ”n fuera de nuestro control. Se podrĆa argumentar que la buena salud y el bienestar son personales y responsabilidad del individuo. Esto es parcialmente cierto y, sin embargo, hay muchos factores sociales, ambientales y económicos que contribuyen a la buena salud y el bienestar.
EstĆ” claro que cualquier solución requiere ir mĆ”s allĆ” de los lĆmites de la atención sanitaria. Esto se confirma cuando examinamos los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). El Objetivo 3 hace hincapiĆ© en la buena salud y el bienestar. Sin embargo, debe complementarse con el resto de los ODS si queremos reducir las disparidades sanitarias. En otras palabras, tambiĆ©n debemos tener una visión sistĆ©mica de lo que hay que mejorar. Ya sea profesional de la salud o no, el amor de Cristo invita a cada uno al servicio y al cambio sistĆ©mico, y Vicente de PaĆŗl no pedirĆa menos.
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