Y vos… ¿qué harás?

por | Feb 5, 2021 | Formación, Reflexiones | 1 comentario

En octubre de 1993 yo era estudiante de Ingeniería en la ciudad de Córdoba (Argentina). No recuerdo el día, pero recibí una carta donde me informaban que había sido aceptado para ir a la misión de verano que la Asociación Juventud Mariana Vicentina realizaría en enero en la provincia de Salta, junto al grupo misionero Nazareno. Por entonces no comprendía mucho lo que estaba sucediendo, pero sí sé que, desde ese momento y hasta que terminó la misión, mi vida cambió radicalmente.

Trigo Huaico está a dos días de caminata de la población más cercana a la cual se podía acceder con trasporte terrestre. A partir de allí tocaba caminar por senderos del altiplano salteño, a más de 3000 mt. sobre el nivel del mar mientras las mulas cargaban con nuestros equipajes y comida para las dos semanas que vendrían.

En esa misión viví por primera vez la experiencia que narra el evangelio (Mc. 6,7-13): “Llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos…”. Llevé algo más que sólo un bastón para el camino. Cargué varias cosas que creía necesarias para las dos semanas en lugares desconocidos para mí y climas muy duros. El encuentro con las familias de origen kolla (colla o coya; conjunto culturalmente sincrético y homogéneo de pueblos indígenas andinos originarios de las provincias del noroeste de Argentina, principalmente de Jujuy y Salta) siempre generaba gozo y aprendizajes. Sus vidas sencillas, envueltas en lo religioso, en donde se mezclaba su fe en Dios y la naturaleza.

Luego de esa misión ingresé al seminario dejando todos mis proyectos hasta entonces por otros nuevos. Con el correr de los años he ido sumando muchas más cosas a mi vida y olvidando que el Señor sólo me pedía que lleve un bastón y esté ligero de equipaje para la tarea de la evangelización. Cada tanto procuro aliviar la carga para responder más rápido a su llamado.

En todos estos años de misionero vicentino he ido a muchas ciudades, pueblos y caseríos para predicar “a la gente la conversión, expulsar a muchos demonios y curar a muchos enfermos ungiéndolos con aceite” (v. 12-13). Me he quedado en donde me han alojado y nunca Dios me ha hecho faltar nada de lo necesario cuando he confiado en su providencia. Me han alimentado bien y he pasado hambre; he pasado frío y calor. He estado sano y me he enfermado. Me han recibido bien y compartido unos mates mientras conversábamos sobre la vida y procuraba iluminarla con el evangelio, y he sido rechazado en otras ocasiones, y me cerraron la puerta en la cara recibiendo insultos. Pero en ninguna de las ocasiones vividas, el Señor me ha abandonado.

Hoy, después de aquella primera invitación para la misión escucho la voz del Señor que dice: !¿A quién enviaré?, ¿quién irá de nuestra parte?» Y sigo contestando: «Aquí estoy, envíame” (Is. 6,8). Porque sigo confiando en el que me sostiene, y envía de dos en dos dándome poder sobre los espíritus inmundos (cfr. v. 7).

Y vos… ¿qué harás?

P. Gustavo M. González, CM.

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1 comentario

  1. Elizabeth Neira

    Tan corto y tan suficiente para reflexionar, me quedo con la pregunta y yo ¿Qué haré?

    Responder

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