“Comenzó a enviarlos de dos en dos…”

Heb 12, 18-19.21-24; Sal 47; Mc 6, 7-13.

Cuántos, ahora santos, han leído y releído este mismo pasaje bíblico como nosotros, sólo que en ellos –Sto. Domingo de Guzmán, San Francisco de Asís, San Ignacio de Loyola, etc.– estas palabras han hecho mella y se han clavado en su corazón, de manera que estos santos, seducidos por Cristo, han hecho posible la evangelización de nuevos pueblos, hasta nuestros días. Es el mismo Señor, nuestro buen Jesús, quien sigue soplando sobre sus discípulos para que vayan y enseñen, prediquen con el ejemplo y liberen a mucha gente del mal.

¿No te gustaría ser parte de esos elegidos?

¿Estarías dispuesto(a) a ofrecerte para que Dios, por medio de ti, llegue a muchas personas? La evangelización continúa y sigue siendo un tema sin fronteras, ¿te animas? O quizá nos pase lo que a “la piedra seca”: Un día estaba yo sentado a la orilla de un río que bajaba de la montaña. Saqué del agua una piedra hermosa, dura, redondeada y la rompí. Su interior estaba completamente seco. Hacía años y años que esta piedra estaba en el agua. El agua la había pulido por fuera, pero no había podido penetrar en ella. Por dentro estaba totalmente seca. ¿Es posible que a Nuestro Señor no le permitamos entrar en nuestro corazón?

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Gilberto Velarde Osuna