“El Señor es mi pastor, nada me faltará”
Tit 3, 1-7; Sal 22; Lc 17, 11-19.
La fe en Cristo marca profundamente la vida de sus seguidores. Quien sigue a Cristo no vive de cualquier manera, vive de acuerdo a las enseñanzas del Señor, en quien tiene puesta su confianza.
Por eso sería bueno que, en este momento de oración con Dios a la luz de su Palabra, te preguntaras:
¿En qué te ha hecho mejor la fe que tienes en Dios? ¿Cómo ilumina y alimenta tu fe, la relación que tienes con tu familia, con tus vecinos?
El evangelio nos dice que, de los diez leprosos que Jesús curó, solo uno regresó al lugar donde recibió la gracia, para agradecer. Los otros nueve se olvidaron de dar gracias a Dios y fueron a cumplir con los trámites legales, lo que prescribe la ley y los ritos, y se olvidaron del verdadero autor de su nueva vida, Jesús.
La fe en Jesús nos conduce a amar a Dios de verdad; y no podemos amar a Dios y odiar a nuestro prójimo, todo encuentro con Jesús nos deja huella y nos marca en nuestra manera de ser y de actuar en la vida, con Dios y con nuestro prójimo. Ser agradecidos es decir con el salmo: “El Señor es mi pastor, nada me falta… me conduce… repara mis fuerzas… nada temo, porque tú me acompañas todos los días de mi vida”.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Jesús Arzate Macías C.M.
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