La Encarnación nos revela con intensa luz y de modo sorprendente que toda vida humana tiene una dignidad altísima, incomparable. El hombre presenta una originalidad inconfundible respecto a todos los demás seres vivientes que pueblan la tierra. Con conmoción y gratitud tomamos conciencia del valor, de la dignidad incomparable de toda persona humana y de la gran responsabilidad que tenemos para con todos.
(Benedicto XVI, I Vísperas, I Domingo de adviento, 27 de noviembre de 2010)
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Fuente: http://filles-de-la-charite.org/
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