Compromiso con Dios y con los hombres

por | Sep 24, 2020 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 comentarios

Jesucristo personifica el compromiso genuino con Dios y con los hombres.  Por él, plenamente se conoce y se hace la voluntad de Dios.

Les cuenta Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo una parábola.  Ni a nosotros que vivimos hoy en día nos cuesta entenderla.  Es que se trata de la familia y el compromiso familiar, es decir, de algo que forma parte de nuestra vida.

Así pues, fácilmente entendemos la anécdota breve.  Y también contestamos pronto y con acierto quién de los dos hijos cumple la voluntad del padre.  Parece que intuimos todos que el compromiso se cumple más por el hacer que por el decir.

También nos resulta fácil, pues, señalar al culpable.  Y no se nos ocurre que posiblemente nosotros seamos él.  Así le pasó al rey David (2 Sam 12, 1-10).  Se enojó mucho él con el rico que se adueñó de la corderita de un pobre.  Le tuvo que decir el profeta Natán al rey:  «Eres tú ese hombre».

Cumplir de forma genuina nuestro compromiso cristiano

Por lo tanto, ¿no nos debe decir Jesús que los poco religiosos a los ojos del mundo van por delante de nosotros en el reino?  Pues apenas creemos que se nos dirige lo que dijo él a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo.

Pero las Escrituras se escribieron, sí, para nuestra enseñanza (Rom 15, 4).  Y es por eso que con razón se ha de insistir en que las leamos o las escuchemos como dirigidas a nosotros mismos.

Pues, después de todo, los cristianos no somos inmunes a las cosas que se denuncian en Mt 23.  No siempre hacemos lo que decimos.  También nos gusta tener los primeros puestos, recibir honores, saludos y títulos, e incluso apartarnos de la gente por nuestro modo de vestir y hablar.  Y no rara vez insistimos en nuestro proceder como si fuera el solo proceder justo.

Aún dejamos mucho que desear, sí, en cuanto a llevar a cabo nuestro compromiso con Dios y con los demás.  Y para ser fiel a tal compromiso, tenemos que arrepentirnos y ser como Jesús.  Es decir, debemos tener su religión para con el Padre y su caridad para con los hombres (SV.ES VI:370).  Sin esto, no vale nuestra religión; no entraremos en el reino de Dios.  Y tendrán que hacernos limpios las palabras de Jesús (Jn 15, 3).

Señor Jesús, danos tus sentimientos y tu compromiso con Dios y con los hombres.  Así se nos impulsará también a servir a los demás y entregar nuestro cuerpo y derramar nuestra sangre por ellos.  Y haz que, al igual que san Vicente, anunciemos la Buena Nueva a los pobres y ayudemos en la renovación y reforma de la Iglesia.

27 Septiembre 2020
26º Domingo de T. O. (A)
Ez 15, 25-28; Fil 2, 1-11; Mt 21, 28-32

Solemnidad de san Vicente de Paúl
Is 52, 7-10; 1 Cor 1, 26-31; 2, 1-2; Mt 5, 1-12a

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