Novena a san Vicente de Paúl 2020: Día 2

por | Sep 19, 2020 | Formación, Reflexiones | 0 comentarios

Oración:

¡Oh Dios, Padre amoroso! Que por tu gran bondad nos has llamado a ser Evangelizadores de los pobres, siguiendo los caminos de tu Hijo amado Jesucristo, ayúdanos, con el ejemplo de San Vicente de Paúl, a ser diligentes y audaces ante las necesidades de nuestros hermanos, con un corazón sensible ante los sufrimientos. Concédenos, por tu Espíritu Santo, ser capaces de anunciar, practicar y testimoniar el Reino de Dios en todos los lugares del mundo, para que ninguna periferia se prive del anuncio gozoso de la Salvación.

Que al contemplar a tu Hijo hecho hombre, podamos pasar de la mesa de la Palabra y de la mesa de la Eucaristía a la mesa de los Pobres, para compartir con los demás el Pan de Vida. Danos la capacidad de ser hombres y mujeres que encarnemos una verdadera espiritualidad para responder a los desafíos de hoy, en medio de esta pandemia y sus consecuencias. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén

Padre Nuestro…

Oración a la Virgen:

(De los escritos de san Vicente de Paúl)

Santísima Virgen María ayúdanos a estar dispuestos a practicar las máximas evangélicas, te pedimos que llenemos de ellas nuestro espíritu, llenemos nuestro corazón de su amor y vivamos en consecuencia. Por tu intercesión ya que, mejor que ningún otro, penetraste el sentido de esas enseñanzas y las practicaste. Para esperar que, al vernos aquí en camino de vivir según estas máximas, nos serán favorables en el tiempo y en la eternidad.

¡Oh, santísima Virgen, pide al Señor este favor, pídele una verdadera pureza para nosotros, para toda la familia vicentina! Esta es la súplica que te hacemos. Amén.

Dios te salve…. Gloria…

SEGUNDO DÍA
El misionero Vicente de Paúl

Signo: Una imagen de San Vicente de Paúl, algunos rostros e imágenes que representen la pobreza y la frase: “Bienaventurados los que sirven a los pobres”.

Canción: El Corazón de San Vicente de Paúl

Iluminación Bíblica: Lucas 6, 20-23

“Y Él, alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios. Bienaventurados los que tenéis hambre ahora, porque seréis saciados. Bienaventurados los que lloráis ahora, porque reiréis. Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, cuando os expulsen, os injurien y proscriban vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, que vuestra recompensa será grande en el cielo. Pues de ese modo trataban sus padres a los profetas”.

Palabra del Señor.

Escuchemos a San Vicente de Paúl:

“Era el mes de enero de 1617 cuando sucedió esto; y el día de la conversión de san Pablo, que es el 25, esta señora me pidió, dijo el padre Vicente, que tuviera un sermón en la iglesia de Folleville para exhortar a sus habitantes a la confesión general. Así lo hice: les hablé de su importancia y utilidad, y luego les enseñé la manera de hacerlo debidamente. Y Dios tuvo tanto aprecio de la confianza y de la buena fe de aquella señora (pues el gran número y la enormidad de mis pecados hubieran impedido el fruto de aquella acción), que bendijo mis palabras y todas aquellas gentes se vieron tan tocadas de Dios que acudieron a hacer su confesión general (…) Aquel fue el primer sermón de la Misión y el éxito que Dios le dio el día de la conversión de san Pablo: Dios hizo esto no sin sus designios en tal día” (XI, 700).

Reflexión:

La experiencia que convence a San Vicente de Paúl a entregarse a la misión, es el sermón de Folleville y la confesión del campesino de Gannes. Una mujer: la señora de Gondí, motiva al santo a emprender la asistencia espiritual de los campesinos de sus territorios.

En la cotidianidad del ejercicio ministerial, Vicente de Paúl escucha el “grito” de los laicos que reclaman atención, que piden que se anuncie el Evangelio actualizando su mensaje a las necesidades de la época. Si bien, el centro del mensaje de Jesús no fue penitencial, Dios se valió de Vicente y del sacramento de la penitencia para llegar a los pobres que reclamaban atención, que sufrían la marginación y que incluso temían no ser dignos del Reino de Dios en un mundo que exaltaba y exalta hoy también la riqueza.

Vicente se conmueve de esta situación y empieza a fundar, no en el papel, sino en la práctica, un estilo renovado de evangelizar: para los pobres en los campos, haciendo catequesis, respondiendo a la integralidad de las necesidades de la gente, comprendiendo su realidad y buscando medios para asistir corporal y espiritualmente a los que sufren.

Hoy todos somos llamados a reproducir el Carisma Vicentino, a interpretar los signos de los tiempos y a crear nuevos discursos que muevan a la acción, que muevan a la Iglesia a emprender nuevos caminos en bien de la transformación de las realidades de sufrimiento por las que pasan los pobres que tocan a nuestra puerta.

Preguntas:

  • ¿Qué valores encuentro en San Vicente de Paúl como misionero?
  • ¿Qué me enseña San Vicente de Paúl para la misión que tengo dentro de la Iglesia?
  • ¿Qué significan para mi vida personal las Bienaventuranzas de Jesús?

Gozos

“San Vicente de Paúl, enciende en nosotros el fuego de la caridad”

Fuego de la caridad, desde el campo a la ciudad,
como campesino o preceptor; de misionero a fundador.
La llama ardiente de tu celo, nos pone en la misión de quitar el velo
a los esclavos y a los afligidos, a quienes damos el Evangelio.

Tus hijos e hijas llevan con pasión tu heraldo,
en el firmamento luz ponderosa de tu amor nos guía
con la fuerza imperativa de amar sin miedo,
a quien sediento por la justicia corría.

En el horizonte nos invitas a fijar mirada,
amor efectivo reclaman los pobres;
que sea nuestra caridad inventiva y cimentada
para dar a Cristo en la tierra un mundo sin distinciones.

Padre de los pobres, predicador infatigable
del celo por las almas compártenos ejemplo;
para dar a los pobres testimonio fiable
que conduzcan al hombre a verdadero templo

¡El pueblo muere de hambre y se condena!
Urge llevar el pan con justicia,
que sólo por nuestro amor
los pobres nos perdonarán.

¡Oh Vicente de Paúl! Que no se halle en nosotros
un amor que sea subjetivo, ¡donativo debe ser!,
con el esfuerzo de nuestro brazos,
y en la frente el sudor, para dar a conocer al prójimo
el amor de nuestro Dios.

Misión y Caridad son las alas
que te llevaron al cielo,
a tu entrada, pobres y ricos te esperaban.
Gozosos tu hijos, mientras Cristo te coronaba
de laureles y santidad, padre y apóstol,
la Iglesia en ti se reflejaba.

Oración final al corazón de san Vicente de Paúl:

Oh Corazón de San Vicente que sacaste del Sagrado Corazón de Jesús, la caridad que tú derramaste sobre todas las miserias morales y físicas de su tiempo, alcánzanos de jamás dejar pasar a nuestro lado miseria alguna sin socorrerla.

Haz que nuestra caridad sea respetuosa, delicada, comprensiva, efectiva como fue la tuya. Pon en nuestros corazones una fe viva que nos haga descubrir a Cristo sufriente en nuestros hermanos desventurados.

Llénanos del celo ardiente, luminoso, generoso que jamás encuentre dificultad alguna en servirlos. Te lo pedimos, oh Corazón de Jesús por la intercesión de aquel, cuyo corazón no latía ni actuaba más que por impulso del tuyo. Amen

Descarga la novena completa pulsando aquí.

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