«Dichosos los Pobres, porque de ellos es el Reino»
1 Cor 7, 25-31; Sal 44; Lc. 6, 20-26.
Esta es la primera de las Bienaventuranzas. Y nos invita a una existencia austera y despojada, a compartir la vida con los más necesitados. Justamente eso es la santidad, según nos dice el Papa Francisco (G.E. 70).
También fue ésta la ruta de santidad de Federico Ozanam. Laico, casado, padre de familia, joven profesor de la Sorbona de París, periodista y escritor, hombre de oración y de sacramentos, que amaba profundamente a Jesucristo y a la Iglesia.
Su ambiente no era favorable a la religión. “¿Qué hacen ustedes para comprobar su fe?”, les fue cuestionado a su grupo de jóvenes estudiantes católicos. “Es preciso que nuestros actos vayan de acuerdo con nuestra fe, tenemos que socorrer al prójimo desde la caridad”, fue su reflexión y su respuesta.
Sor Rosalía Rendú, Hija de la Caridad, los impulsó al encuentro de Jesucristo en el servicio de los pobres. Para socorrerlos, fundaron las Conferencias de Caridad, hoy “Sociedad de San Vicente de Paúl”. Extendida por el mundo entero.
¡Ayúdanos, Señor, a envolver al mundo en una red de caridad!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
María Mares Padilla HC
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