Reino de Dios primero y su justicia

por | Jul 23, 2020 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 comentarios

Jesús nos enseña a orar. Quiere que pidamos primero que se alabe el nombre del Padre, venga su reino y se haga su voluntad.

No figuran en la oración de Salomón los intereses propios. Solo pide él la sabiduría para gobernar el reino. Y le cumple el Señor lo que pide. Se nos da a entender, pues, que Salomón sabe orar.

Nos es decisivo saber orar; el que ora mal no consigue lo que pide (Stg 4, 3). Necesitamos, pues, la ayuda del Espíritu (Rom 8, 26). Él nos enseña a pedir plenamente y según la voluntad de Dios.

Y, ¿no es la oración dominical la más plena (Mt 6, 9-13), aunque extraña y revolucionaria? Igual que la oración de Salomón, el Padrenuestro no pide nada que se pueda asociar con el egoísmo.

Pero el Padrenuestro ni se sirve de «mío» y «me», sino solo de «nuestro» y «nos». Se ora al Padre común de hombres, varones y mujeres, buenos y malos, de toda raza, lengua, nación y religión. Y lo que se pide no es solo para el que reza, sino para todos. Se nos indica, sí, que somos un pueblo (LG 9).

El reino es el sumo bien.

Y no solo se nos enseña a pedir lo que nos conviene. También se nos muestra cuál pedir primero: un adelanto en la tierra del reino del cielo.

En el cielo, eternamente se alaba el nombre del Señor. Allí se hace siempre su voluntad. Y es por eso que allí ya no hay razón alguna para llorar (Apoc 21, 4). El reino del cielo es también la morada de justicia y paz (2 Pe 3, 13; Is 2, 4; 11, 6-9). Allí hay de sobra para todos los pueblos manjares suculentos y vinos generosos (Is 25, 6).

En resumen, se pide que la gloria del Señor llene la tierra (Is 6, 3; Apoc 4, 8; Sal 72, 19). Que del cielo haya pan en el suelo (¡Qué buen año!). Oramos simplemente, pues: «Venga tu reino».

Así que se nos expone también que el reino del cielo es el tesoro enterrado o la perla valiosa. El reino, sí, es el sumo bien. Por lo tanto, para hacerse con él, los que lo encuentran venden alegremente todo lo que tienen. Como discípulos, su proyecto es el del Maestro: el inaugurar el reino del Padre (EG 180). Se interesan más, por lo tanto, en extender el reino que sus posesiones (SV.ES III:489). Y por llevar ellos los negocios de Jesús, lleva él los de elllos. Es decir, todo se les da por añadidura. Todo sirve al final para el bien; se sacan del arca lo nuevo y lo antiguo.

¿Es así con nosotros? O, ¿no reina todavía Jesús en nosotros (SV.ES XI:430) y, por lo tanto, languidecemos no más?

Señor Jesús, concédenos gozar ya en la tierra de tu reino. Haz que los que participamos de tu Sagrado Banquete anhelemos el festín en el reino del cielo.

26 Julio 2020
17º Domingo de T. O. (A)
1 Re 3, 5. 7-12; Rom 8, 28-30; Mt 13, 44-52

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