Novena vicentina por el fin de la Pandemia, día 6

por | Jun 28, 2020 | Espiritualidad y práctica espiritual, Formación | 0 comentarios

Oración inicial:

Señor Jesús, Maestro de la vida, enséñanos a comprender los signos de los tiempos, danos la audacia y el valor para ser discípulos y servidores de la humanidad, capaces de sanar las heridas del prójimo y cuidar de él siendo misericordiosos como nuestro Padre.

Porque queremos ver, oír y hablar, como aquellos curados del Evangelio, que con el milagro de la vida transformaron su existencia, quedar por fin limpios de la lepra que afecta nuestro corazón y que nos impide abrazar al otro como hermano y hermana.

Mira hoy a la humanidad agobiada por esta enfermedad. Tú conoces muy bien el sufrimiento del mundo, porque sigues aun caminando en él y cargando con nosotros el yugo y el peso de nuestras fatigas.

Te lo pedimos a ti, Jesucristo, evangelizador de los pobres y compañero de camino, que eres Dios junto con el Padre y el Espíritu Santo. Amén.
Padre Nuestro y gloria.

Oración del enfermo de san Juan Pablo II (opcional)

Señor, Tú conoces mi vida y sabes mi dolor, haz visto mis ojos llorar, mi rostro entristecerse, mi cuerpo lleno de dolencias y mi alma traspasada por la angustia.

Lo mismo que te pasó a Ti cuando, camino de la cruz, todos te abandonaron, hazme comprender tus sufrimientos y con ellos el amor que Tú nos tienes.

Y que yo también aprenda que uniendo mis dolores a Tus Dolores tienen un valor redentor por mis hermanos.

Ayúdame a sufrir con Amor, hasta con alegría. Sí no es ¨posible que pase de mi este cáliz¨. Te pido por todos los que sufren: por los enfermos como yo, por los pobres, los abandonados, los desvalidos, los que no tienen cariño ni comprensión y se sienten solos.

Señor: haz que estas dolencias que me aquejan, me purifiquen, me hagan más humano, me transformen y me acerque más a Ti. Amén.

Oración a la Virgen María del Papa Francisco (fragmento, de mayo 2020)

«Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios».

En la dramática situación actual, llena de sufrimientos y angustias que oprimen al mundo entero, acudimos a ti, Madre de Dios y Madre nuestra, y buscamos refugio bajo tu protección.

Oh Virgen María, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos en esta pandemia de coronavirus, y consuela a los que se encuentran confundidos y lloran por la pérdida de sus seres queridos, a veces sepultados de un modo que hiere el alma. Sostiene a aquellos que están angustiados porque, para evitar el contagio, no pueden estar cerca de las personas enfermas. Infunde confianza a quienes viven en el temor de un futuro incierto y de las consecuencias en la economía y en el trabajo.

Madre de Dios y Madre nuestra, implora al Padre de misericordia que esta dura prueba termine y que volvamos a encontrar un horizonte de esperanza y de paz. Como en Caná, intercede ante tu Divino Hijo, pidiéndole que consuele a las familias de los enfermos y de las víctimas, y que abra sus corazones a la esperanza (…) Nos encomendamos a Ti, que brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Amén.

Dios te salve….
¡Oh María sin pecado concebida!
*Ruega por nosotros que recurrimos a ti

Gozos

Estribillo: Tu amor, oh Cristo Evangelizador, nos lleva a anunciarte con pasión (o algún canto adecuado)

Jesús nuestro divino Maestro,
Misionero eterno del Padre,
Que ante tanto sufrimiento
Sea tu cruz el estandarte.

Eres de los hombres
Su más divino ejemplo
Y de Dios misericordioso
Su más humano rostro.

Sentado a la mesa con los pobres
Partes el Pan de vida a quienes
contigo tu existencia compartes.
Seamos hoy nosotros trigo de vida.

Jesucristo Evangelizador,
Tu corazón ardiente y generoso
Entre espinas aun coronado y
En las casas de los pobres aun venerado.

Tú, el pobre de Nazareth,
Del corazón sagrado y luminoso,
Enciende en nosotros el fuego de tu amor
Para encender con audacia la caridad.

Crucificado y Resucitado,
Hermano de los hombres,
Inmarcesible en el tiempo,
Enséñanos la mansedumbre
Que nos hace ser Iglesia.

Día 6: Los Santos a ejemplo de Jesús Evangelizador

Signo: Varias imágenes de Santos que se hayan distinguido por la caridad. Se puede recrear con algunos elementos el pasaje del buen samaritano.

Frase: “Ellos vivieron solo por Jesús, nosotros seguimos su ejemplo”

Iluminación Bíblica: Lucas 10, 25-37

Se levantó un legista, y dijo para ponerle a prueba: «Maestro, ¿qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?» Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?» Respondió: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.» Díjole entonces: «Bien has respondido. Haz eso y vivirás.»

Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?»

Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo.
De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él.
Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: «Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva. «¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?»
El dijo: «El que practicó la misericordia con él.» Díjole Jesús: «Vete y haz tú lo mismo.»

Reflexión: Ángelus Papa Francisco del 14 de junio de 2019

No es casualidad que Jesús elija precisamente a un samaritano como personaje positivo de la parábola. De este modo, quiere superar el prejuicio, mostrando que también un extranjero, incluso uno que no conoce al Dios verdadero y que no va a su templo, es capaz de comportarse según su voluntad, sintiendo compasión por el hermano necesitado y ayudándolo con todos sus medios a disposición.

Por ese mismo camino, antes del samaritano, ya habían pasado un sacerdote y un levita, es decir, personas dedicadas al culto de Dios. Pero, viendo el pobre en el suelo, habían seguido adelante sin detenerse, probablemente para no contaminarse con su sangre.

Habían puesto antes la regla humana del culto al grande mandamiento de Dios, que quiere sobre todo la misericordia. Jesús “propone como modelo al samaritano, que amando al hermano como a sí mismo, demuestra amar a Dios con todo el corazón y con todas las fuerzas, y expresa al mismo tiempo una verdadera religiosidad y una plena humanidad”

Preguntas:

1. ¿Soy capaz de reconocer la bondad y el amor que otros tienen, aunque no profesen mi misma fe?
2. ¿Cuántas veces he antepuesto mis creencias para no ayudar a alguien que lo necesita?
3. ¿En qué momentos de la vida he sido como el buen samaritano o como aquel que fue víctima de los asaltadores?
4. ¿Cómo puedo hoy entender esta parábola en medio de la cuarentena?

Oración final al Sagrado Corazón de Jesús

Oh Corazón de Jesús, que desbordas de amor por nosotros, hoy te suplicamos, que nos enseñes el valor de ser para los demás donación, entrega y alimento, como lo eres Tú.

Queremos transparentar tu luz gloriosa y santa que nos saca de la oscuridad del individualismo y nos devela el egoísmo que reina en las oscuridades de nuestro mundo.

Queremos señalar tu camino, angosto pero lleno de esperanza, no queremos estar sentados o a la vera de la calzada, queremos compartir contigo nuestro destino, abrazando y levantando al caído y desamparado.

Queremos enseñar tu verdad, capaz de despertar en nosotros la conciencia de ser verdaderos humanos y alentar a otros a asumir sus compromisos cristianos, para edificar el Reino de amor de nuestro Padre.

Queremos ser Eucaristía para alimentar a otros con la savia de la esperanza y sentirnos trigo en manos de nuestro amado Padre, que nos reúne como sus hijos en su augusto y eterno seno.

Y, finalmente Señor, queremos ser vida y comunicar a otros la esperanza, para que ninguna periferia se prive de ese anuncio gozoso del Evangelio, para que nuestros corazones latan en sintonía con el tuyo. Amén.

Puedes descargar esta Novena completa pulsando en este enlace.

Etiquetas: coronavirus

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