Novena vicentina por el fin de la Pandemia, día 4

por | Jun 26, 2020 | Espiritualidad y práctica espiritual, Formación | 0 comentarios

Oración inicial:

Señor Jesús, Maestro de la vida, enséñanos a comprender los signos de los tiempos, danos la audacia y el valor para ser discípulos y servidores de la humanidad, capaces de sanar las heridas del prójimo y cuidar de él siendo misericordiosos como nuestro Padre.

Porque queremos ver, oír y hablar, como aquellos curados del Evangelio, que con el milagro de la vida transformaron su existencia, quedar por fin limpios de la lepra que afecta nuestro corazón y que nos impide abrazar al otro como hermano y hermana.

Mira hoy a la humanidad agobiada por esta enfermedad. Tú conoces muy bien el sufrimiento del mundo, porque sigues aun caminando en él y cargando con nosotros el yugo y el peso de nuestras fatigas.

Te lo pedimos a ti, Jesucristo, evangelizador de los pobres y compañero de camino, que eres Dios junto con el Padre y el Espíritu Santo. Amén.
Padre Nuestro y gloria.

Oración del enfermo de san Juan Pablo II (opcional)

Señor, Tú conoces mi vida y sabes mi dolor, haz visto mis ojos llorar, mi rostro entristecerse, mi cuerpo lleno de dolencias y mi alma traspasada por la angustia.

Lo mismo que te pasó a Ti cuando, camino de la cruz, todos te abandonaron, hazme comprender tus sufrimientos y con ellos el amor que Tú nos tienes.

Y que yo también aprenda que uniendo mis dolores a Tus Dolores tienen un valor redentor por mis hermanos.

Ayúdame a sufrir con Amor, hasta con alegría. Sí no es ¨posible que pase de mi este cáliz¨. Te pido por todos los que sufren: por los enfermos como yo, por los pobres, los abandonados, los desvalidos, los que no tienen cariño ni comprensión y se sienten solos.

Señor: haz que estas dolencias que me aquejan, me purifiquen, me hagan más humano, me transformen y me acerque más a Ti. Amén.

Oración a la Virgen María del Papa Francisco (fragmento, de mayo 2020)

«Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios».

En la dramática situación actual, llena de sufrimientos y angustias que oprimen al mundo entero, acudimos a ti, Madre de Dios y Madre nuestra, y buscamos refugio bajo tu protección.

Oh Virgen María, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos en esta pandemia de coronavirus, y consuela a los que se encuentran confundidos y lloran por la pérdida de sus seres queridos, a veces sepultados de un modo que hiere el alma. Sostiene a aquellos que están angustiados porque, para evitar el contagio, no pueden estar cerca de las personas enfermas. Infunde confianza a quienes viven en el temor de un futuro incierto y de las consecuencias en la economía y en el trabajo.

Madre de Dios y Madre nuestra, implora al Padre de misericordia que esta dura prueba termine y que volvamos a encontrar un horizonte de esperanza y de paz. Como en Caná, intercede ante tu Divino Hijo, pidiéndole que consuele a las familias de los enfermos y de las víctimas, y que abra sus corazones a la esperanza (…) Nos encomendamos a Ti, que brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Amén.

Dios te salve….
¡Oh María sin pecado concebida!
*Ruega por nosotros que recurrimos a ti

Gozos

Estribillo: Tu amor, oh Cristo Evangelizador, nos lleva a anunciarte con pasión (o algún canto adecuado)

Jesús nuestro divino Maestro,
Misionero eterno del Padre,
Que ante tanto sufrimiento
Sea tu cruz el estandarte.

Eres de los hombres
Su más divino ejemplo
Y de Dios misericordioso
Su más humano rostro.

Sentado a la mesa con los pobres
Partes el Pan de vida a quienes
contigo tu existencia compartes.
Seamos hoy nosotros trigo de vida.

Jesucristo Evangelizador,
Tu corazón ardiente y generoso
Entre espinas aun coronado y
En las casas de los pobres aun venerado.

Tú, el pobre de Nazareth,
Del corazón sagrado y luminoso,
Enciende en nosotros el fuego de tu amor
Para encender con audacia la caridad.

Crucificado y Resucitado,
Hermano de los hombres,
Inmarcesible en el tiempo,
Enséñanos la mansedumbre
Que nos hace ser Iglesia.

Día 4: María misionera con su Hijo

Signo: Una imagen de la Virgen María, varias estrellas con el nombre de varios países y un cirio encendido.

Frase: “Con María vivimos la ternura y compasión del Evangelio”

Iluminación Bíblica: Lucas 1, 39-47

En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?
Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» Y dijo María: Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador.

Reflexión: Catequesis de San Juan Pablo II (2-X-96)

En el relato de la Visitación, san Lucas muestra cómo la gracia de la Encarnación, después de haber inundado a María, lleva salvación y alegría a la casa de Isabel. El Salvador de los hombres, oculto en el seno de su Madre, derrama el Espíritu Santo, manifestándose ya desde el comienzo de su venida al mundo.

El evangelista, describiendo la salida de María hacia Judea, usa el verbo anístemi, que significa levantarse, ponerse en movimiento. Considerando que este verbo se usa en los evangelios para indicar la resurrección de Jesús (cf. Mc 8,31; 9,9.31; Lc 24,7.46) o acciones materiales que comportan un impulso espiritual (cf. Lc 5,27-28; 15,18.20), podemos suponer que Lucas, con esta expresión, quiere subrayar el impulso vigoroso que lleva a María, bajo la inspiración del Espíritu Santo, a dar al mundo el Salvador.

El texto evangélico refiere, además, que María realiza el viaje «con prontitud» (Lc 1,39). También la expresión «a la región montañosa» (Lc 1,39), en el contexto lucano, es mucho más que una simple indicación topográfica, pues permite pensar en el mensajero de la buena nueva descrito en el libro de Isaías: «¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae buenas nuevas, que anuncia salvación, que dice a Sión: «Ya reina tu Dios»!» (Is 52,7).

Así como manifiesta san Pablo, que reconoce el cumplimiento de este texto profético en la predicación del Evangelio (cf. Rom 10,15), así también san Lucas parece invitar a ver en María a la primera evangelista, que difunde la buena nueva, comenzando los viajes misioneros del Hijo divino.

La dirección del viaje de la Virgen Santísima es particularmente significativa: será de Galilea a Judea, como el camino misionero de Jesús (cf. Lc 9,51).

Preguntas:

1. María nos enseña que hay que atender con prontitud las dolencias de nuestro pueblo. ¿Soy consciente de ese ejemplo y soy capaz de seguirlo?
2. Isabel, una mujer anciana, es atendida por María. ¿De qué manera yo me responsabilizo en mi comunidad por aquellos vulnerables y ancianos?
3. ¿Qué enseñanza nos deja la reflexión de San Juan Pablo II?

Oración final al Sagrado Corazón de Jesús

Oh Corazón de Jesús, que desbordas de amor por nosotros, hoy te suplicamos, que nos enseñes el valor de ser para los demás donación, entrega y alimento, como lo eres Tú.

Queremos transparentar tu luz gloriosa y santa que nos saca de la oscuridad del individualismo y nos devela el egoísmo que reina en las oscuridades de nuestro mundo.

Queremos señalar tu camino, angosto pero lleno de esperanza, no queremos estar sentados o a la vera de la calzada, queremos compartir contigo nuestro destino, abrazando y levantando al caído y desamparado.

Queremos enseñar tu verdad, capaz de despertar en nosotros la conciencia de ser verdaderos humanos y alentar a otros a asumir sus compromisos cristianos, para edificar el Reino de amor de nuestro Padre.

Queremos ser Eucaristía para alimentar a otros con la savia de la esperanza y sentirnos trigo en manos de nuestro amado Padre, que nos reúne como sus hijos en su augusto y eterno seno.

Y, finalmente Señor, queremos ser vida y comunicar a otros la esperanza, para que ninguna periferia se prive de ese anuncio gozoso del Evangelio, para que nuestros corazones latan en sintonía con el tuyo. Amén.

Puedes descargar esta Novena completa pulsando en este enlace.

Etiquetas: coronavirus

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