Novena vicentina por el fin de la Pandemia, día 1

por | Jun 23, 2020 | Espiritualidad y práctica espiritual, Formación | 0 comentarios

Nuestro hermanos vicentinos de Corazón de Paúl (Colombia) han preparado esta Novena a Jesucristo Evangelizador, pidiendo el fin de la pandemia y todo el impacto negativo que la cuarentena ha producido en las personas y la sociedad, donde los menos favorecidos son los más afectados. Los pobres se hacen más pobres y aquellos que andan sumergidos en la miseria están llevando la peor parte en esta dolorosa situación.

Sabemos que las desgracias que acontecen en el mundo, no vienen de nuestro Dios, que solo obra por la fuerza del amor y la misericordia. Muchos acontecimientos dolorosos suceden por nuestra mala relación con el mundo, con el prójimo y con nosotros mismos; el mundo lleno de vida responde ante la mano criminal del hombre que día a día va desplazando la vida por “cemento, asfalto, vidrio y metales y privados del contacto físico con la naturaleza” (cfr. Laudato Si, 44).

Esta novena no promueve la tendencia “milagrosista” a creer que Dios puede intervenir mágicamente sobre el mundo alterando el orden natural de las cosas, sino más bien, es un abrir nuestros corazones para cambiar de manera positiva las realidades que nos afectan como cristianos, de entrar en diálogo con Dios para pedirle que obre el mayor milagro en nuestras vidas: la conversión de nuestro corazón.

La podemos hacer, personalmente o en comunidad si es posible, a través de nueve días consecutivos, que pueden elegirse en cualquier momento.

Andrés Felipe Rojas Saavedra, CM
Corazón de Paúl.

Oración inicial:

Señor Jesús, Maestro de la vida, enséñanos a comprender los signos de los tiempos, danos la audacia y el valor para ser discípulos y servidores de la humanidad, capaces de sanar las heridas del prójimo y cuidar de él siendo misericordiosos como nuestro Padre.

Porque queremos ver, oír y hablar, como aquellos curados del Evangelio, que con el milagro de la vida transformaron su existencia, quedar por fin limpios de la lepra que afecta nuestro corazón y que nos impide abrazar al otro como hermano y hermana.

Mira hoy a la humanidad agobiada por esta enfermedad. Tú conoces muy bien el sufrimiento del mundo, porque sigues aun caminando en él y cargando con nosotros el yugo y el peso de nuestras fatigas.

Te lo pedimos a ti, Jesucristo, evangelizador de los pobres y compañero de camino, que eres Dios junto con el Padre y el Espíritu Santo. Amén.
Padre Nuestro y gloria.

Oración del enfermo de san Juan Pablo II (opcional)

Señor, Tú conoces mi vida y sabes mi dolor, haz visto mis ojos llorar, mi rostro entristecerse, mi cuerpo lleno de dolencias y mi alma traspasada por la angustia.

Lo mismo que te pasó a Ti cuando, camino de la cruz, todos te abandonaron, hazme comprender tus sufrimientos y con ellos el amor que Tú nos tienes.

Y que yo también aprenda que uniendo mis dolores a Tus Dolores tienen un valor redentor por mis hermanos.

Ayúdame a sufrir con Amor, hasta con alegría. Sí no es ¨posible que pase de mi este cáliz¨. Te pido por todos los que sufren: por los enfermos como yo, por los pobres, los abandonados, los desvalidos, los que no tienen cariño ni comprensión y se sienten solos.

Señor: haz que estas dolencias que me aquejan, me purifiquen, me hagan más humano, me transformen y me acerque más a Ti. Amén.

Oración a la Virgen María del Papa Francisco (fragmento, de mayo 2020)

«Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios».

En la dramática situación actual, llena de sufrimientos y angustias que oprimen al mundo entero, acudimos a ti, Madre de Dios y Madre nuestra, y buscamos refugio bajo tu protección.

Oh Virgen María, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos en esta pandemia de coronavirus, y consuela a los que se encuentran confundidos y lloran por la pérdida de sus seres queridos, a veces sepultados de un modo que hiere el alma. Sostiene a aquellos que están angustiados porque, para evitar el contagio, no pueden estar cerca de las personas enfermas. Infunde confianza a quienes viven en el temor de un futuro incierto y de las consecuencias en la economía y en el trabajo.

Madre de Dios y Madre nuestra, implora al Padre de misericordia que esta dura prueba termine y que volvamos a encontrar un horizonte de esperanza y de paz. Como en Caná, intercede ante tu Divino Hijo, pidiéndole que consuele a las familias de los enfermos y de las víctimas, y que abra sus corazones a la esperanza (…) Nos encomendamos a Ti, que brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Amén.

Dios te salve….
¡Oh María sin pecado concebida!
*Ruega por nosotros que recurrimos a ti

Gozos

Estribillo: Tu amor, oh Cristo Evangelizador, nos lleva a anunciarte con pasión (o algún canto adecuado)

Jesús nuestro divino Maestro,
Misionero eterno del Padre,
Que ante tanto sufrimiento
Sea tu cruz el estandarte.

Eres de los hombres
Su más divino ejemplo
Y de Dios misericordioso
Su más humano rostro.

Sentado a la mesa con los pobres
Partes el Pan de vida a quienes
contigo tu existencia compartes.
Seamos hoy nosotros trigo de vida.

Jesucristo Evangelizador,
Tu corazón ardiente y generoso
Entre espinas aun coronado y
En las casas de los pobres aun venerado.

Tú, el pobre de Nazareth,
Del corazón sagrado y luminoso,
Enciende en nosotros el fuego de tu amor
Para encender con audacia la caridad.

Crucificado y Resucitado,
Hermano de los hombres,
Inmarcesible en el tiempo,
Enséñanos la mansedumbre
Que nos hace ser Iglesia.

Día 1: Dios Padre, Autor de la vida.

Signo: Unas manos grandes y varios elementos que representen la creación.

Frase: “Dios Padre, danos la capacidad de acoger la vida y ser misioneros como Tu Hijo”
(Se recomienda que para cada día de la novena la frase esté en un lugar visible)

Iluminación Bíblica: Génesis 1, 26- 31

Y dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todas las sierpes que serpean por la tierra.
Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó. Y bendíjolos Dios, y díjoles Dios: «Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra.» Dijo Dios: «Ved que os he dado toda hierba de semilla que existe sobre la haz de toda la tierra, así como todo árbol que lleva fruto de semilla; para vosotros será de alimento. Y a todo animal terrestre, y a toda ave de los cielos y a toda sierpe de sobre la tierra, animada de vida, toda la hierba verde les doy de alimento.» Y así fue. Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien. Y atardeció y amaneció: día sexto.

Reflexión:

Iniciamos este primer día de la novena, poniendo la mira en el origen de la creación que nos presenta el libro del Génesis. Lejos de ser una narración histórica o científica, el texto nos pone de manifiesto que la bondad y la hermosura viene de Dios: “que todo lo ha hecho bien”. En dicha narración poética la creación va haciéndose cada vez más compleja, hasta llegar al hombre y la mujer, a quienes ha puesto de administradores “fieles y solícitos” sobre la creación.
No somos dueños de la creación, compartimos con ella la misma suerte, aunque somos diferentes al resto de los seres vivos en nuestra capacidad de tener conciencia sobre sí y de preguntarnos constantemente sobre nuestra relación con Dios, con el mundo y con nosotros mismos; no podemos seguir siendo dominadores y más aún destructores de nuestra “casa común”.

En ella han vivido nuestros antepasados y ella será el hogar de nuestros descendientes. Nunca antes en la historia, la humanidad había llevado al planeta a la orilla del exterminio y de la ambición; el deseo desmedido de riquezas ha hecho que cada vez más los recursos naturales sean arrancados bruscamente de los ecosistemas, llevando así a un ecocidio inimaginable. Dios Padre nos ayude a reconocer en su obra la belleza y el amor que lo inspiró a Él, Divino Arquitecto, a hacerlo todo bien.

Preguntas:

1. ¿Cómo es mi relación con el mundo?
2. ¿Cuál es mi compromiso para transformar mi entorno y hacerlo más amigable?
3. ¿Respeto la creación sin importar su aspecto y su tamaño?
4. ¿Cómo he vivido este tiempo de cuarentena?

Oración final al Sagrado Corazón de Jesús

Oh Corazón de Jesús, que desbordas de amor por nosotros, hoy te suplicamos, que nos enseñes el valor de ser para los demás donación, entrega y alimento, como lo eres Tú.

Queremos transparentar tu luz gloriosa y santa que nos saca de la oscuridad del individualismo y nos devela el egoísmo que reina en las oscuridades de nuestro mundo.

Queremos señalar tu camino, angosto pero lleno de esperanza, no queremos estar sentados o a la vera de la calzada, queremos compartir contigo nuestro destino, abrazando y levantando al caído y desamparado.

Queremos enseñar tu verdad, capaz de despertar en nosotros la conciencia de ser verdaderos humanos y alentar a otros a asumir sus compromisos cristianos, para edificar el Reino de amor de nuestro Padre.

Queremos ser Eucaristía para alimentar a otros con la savia de la esperanza y sentirnos trigo en manos de nuestro amado Padre, que nos reúne como sus hijos en su augusto y eterno seno.

Y, finalmente Señor, queremos ser vida y comunicar a otros la esperanza, para que ninguna periferia se prive de ese anuncio gozoso del Evangelio, para que nuestros corazones latan en sintonía con el tuyo. Amén.

Puedes descargar esta Novena completa pulsando en este enlace.

Etiquetas: coronavirus

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