Miedo nocturno, desconcierto diurno

por | Jun 18, 2020 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 comentarios

Jesús está y estará siempre con nosotros hasta el fin de los tiempos. Confiamos en él y en sus palabras cuando tenemos miedo.

Acaba de decirles Jesús a los doce que un discípulo no está por encima de su maestro. Es decir, los insultarán también y los calumniarán los como lobos que lo insultan y lo calumnian. Pero el miedo no ha de serles motivo para abandonar su misión.

No, no han de echarse atrás por miedo a la gente que los persiga. Tampoco han de entristecerse y tomarse por maldecidos, sino que deben alegrarse y sentirse bienaventurados. Su recompensa será grande en el cielo. Y estarán con los profetas, como Jeremías. Lo mismo hacían con éstos los padres de los que los odiarán, excluirán, insultarán y calumniarán.

Asi se les tratará, pues, a los que pregonen con denuedo la Buena Nueva desde la azotea. Es que por procurar que la Luz del mundo alumbre a todos, blancos fáciles se harán. Blancos fáciles para quienes prefieren las tinieblas a la luz, pues son malas sus obras (Jn 3, 18-20). Compartirán la suerte del Maestro, al cual también no se le reconoce (1 Jn 3, 1) y, se le persigue también.

Seguirán, sí, los discípulos a su Maestro. Así como lo hace él, pondrán también ellos la confianza en el Padre. La Providencia cuida incluso de los gorriones que por poco se venden. Con mayor razón, pues, atiende a los que valen más que muchos gorriones.

Con o sin miedo siguen adelante los enviados de Jesús.

Los discípulos fieles hacen lo que su Maestro, el cual tanto más suda sangre cuanto más ora con fervor (Lc 22, 44). Como él, hacen del miedo, o de la desconfianza en las propias fuerzas, el fundamento de su confianza en Dios (SV.ES III:124; SV.ES V:152).

La confianza en el Padre no permite a los verdaderos discípulos paralizarse. Así que su valentía no es más que «el miedo que ha rezado».

Dejan claro, pues, esos discípulos que la religión no nos libera del temor. Ni es la fe un «agarradero fácil de … los cobardes …».

Cierto, es duro seguir a Jesús, pero él nos ayuda (san Agustín). Su Espíritu nos guiará hasta la plena verdad, y así será plena también nuestra libertad (Jn 16, 13; 8, 32).

Seremos tan libres que ya no tendremos nada que perder (Janis Joplin). Ni riqueza, nombre, fama, bienestar, intereses, no salvos ni sanos, ni aun justos ni salvados (Rom 9, 3). Sin nada, pero llenos de Jesús (SV.ES I:320; SV.ES XI:236), y con miedo y con valentía a la vez por su gracia desbordante. Pero no solo libres de (Lc 1, 74) todo que nos dé miedo de perder. Libres también para (Lc 1, 75) llevar a cabo la llamada a predicar, sanar y entregarnos como en la fracción del pan.

Señor Jesús, no permitas que algún miedo nos separe de tu amor ni de nuestra misión. Te declaras por nosotros ante tu Padre; concédenos declararnos por ti ante los hombres.

21 Junio 2020
12º Domingo de T. O. (A)
Jer 20, 10-13; Rom 5, 12-15; Mt 10, 26-33

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