“Oye, Señor, mi voz y mis clamores…”
1 Re 19, 9. 11-16; Sal 26; Mt 5, 27-32.
«Ustedes han oído que se dijo: ‘No cometerás adulterio’, pero yo les digo…”.
Teniendo como marco a Jesús y éstas sus palabras, miro nuestro tiempo y pienso que hay una extensa industria dedicada a estimular la sensualidad a través de la propaganda y los medios visuales. No estamos en una sociedad sencilla de entender, porque, aunado a lo que nos dicen los medios, podemos ver la fragilidad en la relaciones de pareja, las familias violentadas y el divorcio a cada paso.
La concupiscencia de los ojos está siempre tentando al ser humano; Jesús sabe de todo esto, sabe que a veces usamos deliberadamente nuestros ojos para estimular deseos carnales, buscando mirar todo tipo de imágenes que solo lastiman nuestra mente y corazón.
Ante todo esto, el evangelio de hoy nos invita a hacer una verdadera revisión personal para descubrir nuestra propia debilidad. Hoy, la ley no es como en el tiempo de Jesús, nadie nos obliga a ver o a no ver lo que se nos pone en frente, ahí radica nuestra responsabilidad personal.
Aceptemos la invitación de Jesús, incluyamos en nuestras relaciones la fidelidad y el respeto.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Sor Yolanda Elvira Guzmán Yeh, H.C.
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