Mostrar a Jesús para mostrar al Padre

por | May 7, 2020 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 comentarios

Jesús es quien da a conocer al Padre. Nos toca a los cristianos mostrarlo, asemejados a él, y así mostrar a la vez al Padre.

Están aprensivos los discípulos. Es que Jesús les asegura que uno de ellos se va a mostrar traidor. Y otro cobarde, el que afirma que dará su vida por él.

Hace poco, además, que lo oyeron hablar del grano de trigo que, por morir, sería fecundo. Y también se dijo agitado al prever su hora inminente.

Indudablemente, le pesa a Jesús, le duele, verlos así; no puede sino mostrar su preocupación. Así pues, aunque profundamente angustiado él mismo, los alienta. Se muestra entonces, y más aún en la cruz se va a mostrar, el Sanador Herido.

Así que el Maestro consuela a sus seguidores, sí, con el mismo Espíritu de consuelo que ha recibido del Padre. Pues una voz del cielo ya confirmó que, por él, el nombre del Padre se había glorificado y se glorificaría.

Y el consuelo que anime a los pusilánimes está en creer en Dios. Y en Jesús. Pues, en primer lugar, Dios los espera en su casa de muchas moradas.

En segundo lugar, Jesús se va para prepararles un lugar. Y estarán juntos para siempre, sí, porque es imposible que los que lo siguen no lleguen adonde los quiere él.

Solo falta que los discípulos se parezcan a Jesús y lo dejen mostrar lo que deban hacer.

Lo decisivo es seguirlo sencilla y humildemente. Pues él es el camino más acertado que lleva al reino que el Padre preparó desde el principio para los que ayudan a los pobres. Ser cristiano, pues, es pertenecer al Camino (Hch 9, 2), no a un club de estudios.

Él es también la verdad más plena que, cual el sol naciente, alumbra a los que viven en las tinieblas. Los orienta también a los que se han perdido. Y él, no la doctrina, es la meta de los que buscan la realidad y la solidez.

A la vez, él es la vida, porque por medio de él se hace todo. En él está la vida, la que es la luz de los hombres. Es decir, él los hace vivir, avanzar y acoger a los pobres, su peso y su dolor (Abelly III:117). Él además los enseña a resolver quejas para que todos sean piedras vivas en la casa espiritual y sacerdotal. Allí trabajan todos por el alimento que perdura para la vida eterna.

Y los hace arder el corazón con celo, para que den razón de su esperanza con mansedumbre (1 Pt 3, 15). Y con mortificación y aun miedo. Para que, vivientes, se puedan mostrar ellos la gloria de Jesús y del Padre. Para que sean capaces de mayores obras.

Señor Jesús, el camino, la verdad y la vida, haznos seguirte hasta el fin. Así nos podremos mostrar imágenes genuinas de ti y del Padre, y no solo cristianos en pintura (SV.ES XI:561).

10 Mayo 2020
5º Domingo de Pascua (A)
Hch 6, 1-7; 1 Pd 2, 4-9; Jn 14, 1-12

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