Ā”Los representantes de las ONG de la Familia Vicenciana en la ONU os desean a todos un feliz y pacĆfico aƱo nuevo!
Hernos aquĆ, a apenas unas horas de entrar en una nueva dĆ©cada. Mi deseo de aƱo nuevo es que las personas que se encuentran sin hogar reciban la ayuda necesaria para encontrar un hogar que sea acogedor, cĆ”lido y seguro. El 7 de diciembre pude experimentar lo que supone dormir a la intemperie, durante el World’s Big Sleep Out, en Times Square (Nueva York), uno de los lugares de todo el mundo donde se realizaron eventos similares (no hay manera de asimilar realmente lo que las personas sin hogar experimentan cada dĆa).
AllĆ estaba yo, dando vueltas para encontrar una posición confortable para dormir sobre el cemento frĆo y metiĆ©ndome mĆ”s profundamente en mi saco de dormir, rodeado de una bolsa de plĆ”stico naranja diseƱada para evitar la humedad. Junto con otros miembros del Grupo de Trabajo de la ONG para Acabar con la Falta de Hogar, estaba acurrucado a la sombra de la estatua del P. Francis Duffy, en Times Square. Mi oración fue que el P. Duffy, que llevó a los soldados heridos a un lugar seguro en las zonas de combate de la Primera Guerra Mundial, intercediera por aquellos que hoy luchan contra la falta de vivienda, y que los esfuerzos colectivos de las aproximadamente 5.000 personas en todo el mundo que durmieron en la calle ese dĆa suevizasen las condiciones de aquellos que duermen en las calles cada noche.
Durante estas fiestas navideƱas, muchos estĆ”n yendo a dormir tarde, probando nuevos aparatos recibidos en Navidad, haciendo cocina creativa con las sobras y disfrutando del calor del tiempo en familia. Por supuesto, yo harĆ© lo mismo. Pero tambiĆ©n reflexionarĆ© sobre los regalos de la pasada temporada de Adviento, uno de los cuales fue participar en el World’s Big Sleep Out.
MOTIVACIĆN
SĆ, parte de mi motivación para participar en el Sleep Out estaba relacionada con la aventura de acampar esencialmente en el bullicio de lo que a veces se llama Ā«la encrucijada del mundoĀ». Negar que era demasiado viejo para hacerlo tambiĆ©n sirvió como una razón de peso para intentarlo en una noche muy frĆa (Ā«te vas a resfriarĀ», me dijeron).Ā Mi trabajo de abogacĆa en la ONU en favor de polĆticas que aborden mejor el problema de la falta de vivienda tambiĆ©n me encaminó hacia esta experiencia (Objetivo sostenible 11.1, que pide: Ā«Para 2030, garantizar el acceso de todos a una vivienda adecuada, segura y asequible y a los servicios bĆ”sicos, y mejorar los barrios marginalesĀ»).
Pero las motivaciones mĆ”s fuertes fueron las mismas personas que veo diariamente en las calles de Nueva York, luchando por salir adelante. En mi cabeza resataba un hombre al que vi durmiendo en un vagón de metro, en octubre de 2018. Era un dĆa frĆo y no tenĆa zapatos. Si sus gastadas suelas pudieran hablar, habrĆan dicho mucho sobre el duro viaje que este hombre debió haber realizado. Sólo podĆa imaginarlo cojeando sobre piedras afiladas, a travĆ©s de charcos, y recorriendo millas sobre aceras llenas de chicles y escupitajos.
En mi cerebro tambiĆ©n resonaba la voz de una mujer que a menudo pide limosna cerca de la entrada de la calle 42 del tren 7, con una petición a modo de sonatina: «¿Alguna ayuda, seƱora? ĀæAlguna ayuda, seƱor?Ā» Y la anciana que descansa en un banco, con sus pertenencias en un carrito de compras, cerca de nuestra oficina, pero que nunca admitirĆa ir a resguardarse en un refugio.
TambiĆ©n pensĆ© en la gente que retenidas en la frontera mientras esperan las audiencias de solicitud de asilo. O en los millones de personas que huyen de Venezuela para encontrar comida y esperanza. O los desplazados por las intensas tormentas y la sequĆa.
EXPERIENCIA
HacĆa -3 grados celsius, tan frĆo como para mantenerme hibernando en el saco de dormir la mayor parte de la noche. Estaba acampado cerca de un lugar donde un aparente juerguista anterior habĆa vomitado y limpiado el lugar. Ā”QuĆ© asco! El cemento se estaba enfriando. Mi sombrero se salĆa, haciendo que mis orejas se enfriasen. El ruido de las bocinas, de las sirenas y de los bulliciosos viandantes interrumpĆa los intentos de dormir.Ā Se sentĆa extraƱo tener cientos de turistas mirĆ”ndonos mientras paseaban con las cĆ”maras. Era irónico que un gigantesco personaje de Ā«Frozen IIĀ» me mirara desde la publicidad aĆ©rea mientras todos nosotros estĆ”bamos, literalmente, Ā”congelados!
Me preguntaba cómo las personas sin hogar pueden mantenerse lo suficientemente calientes y seguras como para dormir decentemente, mantener alguna apariencia de salud, acceder a un simple aseo personal, como el cepillado de los dientes, y aĆŗn asĆ estar alerta para las actividades del dĆa siguiente. Otra pregunta se relacionaba con la falta de empatĆa de una iglesia a la que asisto con bastante frecuencia, y que tiene un cartel al entrar que dice Ā«Prohibido dormirseĀ» (Dios conceda resistencia a aquellos que reciben largas homilĆas, asĆ como a aquellos que buscan refugio para quedarse dormidos en seguridad por un rato).
Permitidme ser claro al no afirmar que he experimentado lo que las personas que no tienen hogar pasan cada noche. Yo tenĆa una almohadilla, un saco de dormir, una almohada y una bolsa de plĆ”stico para protegerme de la lluvia o la nieve (no tuvimos que preocuparnos por eso). Las personas que duermen en las calles probablemente usen cartones y varias mantas donadas que no pueden resguardarles del frĆo exterior. Me preocupaba la limpieza de un orinal portĆ”til. Pero usualmente estĆ”n visiblemente e inconvenientemente ausentes de Times Square cuando los turistas y las personas sin hogar los necesitan mĆ”s.
Cerca de allĆ habĆa una tienda y tenĆa unos cuantos dólares en el bolsillo por si querĆa una taza de cafĆ© caliente para hacer circular mi sangre. No tenĆa que llevar un cartel de cartón que dijera Ā«desesperadoĀ» o agitar una taza mientras pedĆa alguna moneda suelta, mientras soportaba las miradas crĆticas de los demĆ”s.
TenĆamos disponible una tienda de campaƱa, por si necesitĆ”bamos calentarnos, amablemente atendida por el personal de UNICEF USA. Estaba rodeado de unos diez amigos, lo que creó una comunidad alentadora. Y Will Smith me leyó un cuento para dormir, recitando la historia del PrĆncipe de Bellaire, con la participación del pĆŗblico. Una diversión desenfadada que podrĆa estar ausente para muchas personas sin hogar. Lo mĆ”s significativo fue que tuve seguridad. La policĆa de Nueva York se aseguró de que durmiĆ©ramos tranquilamente. Ā Gracias a los mejores de Nueva York.
DESIGUALDADES
Mirando a los rascacielos sobre mĆ durante el Sleep Out, no pude evitar pensar en las desigualdades. Son frecuentes en Nueva York, y en ningĆŗn lugar el contraste es tan evidente como en el Ć”mbito de la vivienda. Se dice que un apartamento de un dormitorio en Nueva York se alquila por unos 2.098 dólares al mes, o 25.176 al aƱo. Al mismo tiempo, Ā”leĆ que un Ć”tico de Nueva York se habĆa vendido por 98 millones de dólares! Ā”Con esa cantidad se podrĆa pagar la vivienda de casi 3.900 personas durante un aƱo!
SegĆŗn Coalition for the Homeless, la falta de vivienda en Nueva York ha alcanzado los niveles mĆ”s altos desde la Gran Depresión. En septiembre de 2019, habĆa 62.391 personas sin techo, entre ellas 14.962 familias con 22.083 niƱos sin hogar, que dormĆan cada noche en el sistema de refugios municipales de la ciudad de Nueva York. Las familias constituyen mĆ”s de dos tercios de la población de personas sin hogar en los refugios.
Me sentĆ aĆŗn mĆ”s abrumado por la mercantilización, ya que la publicidad digital promovĆa la joyerĆa, el maquillaje, la ropa y mucho mĆ”s. Supuestamente, cuesta entre 1,1 y 4 millones de dólares al aƱo comprar espacio publicitario en Times Square. Una vez mĆ”s, unas cuantas familias podrĆan tener refugio durante un aƱo a ese precio.
PenetrĆ”ndome mĆ”s profundamente que el frĆo estaba la pregunta: «¿CuĆ”ndo podremos dejar de comercializarlo todo (lo que se centra en las ganancias que se obtienen de cosas como la vivienda) y volver a valorar las cosas por su utilidad social? Tal vez, cuando eso suceda, la gente pueda recuperar el sentido de la dignidad y menos personas dormirĆ”n en la calle, porque se podrĆ” restaurar la vivienda asequible y el sentido de vecindad.
ORGANIZADORES
El Worldās Biggest Sleep Out fue organizado por Josh LittleJohn, MBE, que apareció en Times Square esa noche. El Sleep Out se llevó a cabo en colaboración con el Instituto para los Sin Techo (IGH), UNICEF USA, Malala Fund y Social Bite. De los beneficios obtenidos, la mitad se destinarĆ” a abordar el problema de los sin techo en las diversas ciudades donde se celebraron Sleep Outs, y la otra mitad se destinarĆ” a abordar las necesidades de los 70,1 millones de personas de todo el mundo que han sido desplazadas por la guerra, los desastres y la pobreza.
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